Cada cierto tiempo volvemos a hablar de las personas desaparecidas, esa pesada angustia que llevan miles de familias que han visto a sus seres queridos no volver a casa y desconocen su paradero.

La Fiscalía una vez más ha anunciado una cifra espeluznante de desapariciones y, junto a la cifra, el fiscal general ha anunciado la creación de una unidad especializada de investigación, algo que por mucho tiempo han esperado esas familias. A muchos de ellos podemos verlos semanalmente en Medicina Legal, buscando entre las víctimas a sus seres queridos.

No pasa un día en que no se reporte una persona desaparecida. Los familiares visitan angustiados medios de comunicación como el nuestro y hacen llamados en redes sociales en busca de su pariente que salió a hacer una diligencia y nunca llegó. Lo buscaron en hospitales, delegaciones policiales y Medicina Legal y nada.

La queja usual es la desidia de las autoridades, especialmente de la Policía Nacional Civil que suele responder con aquella frase vergonzosa de “a lo mejor se fue por su gusto”. Es dramático lo poco que las autoridades se toman en serio la desaparición de personas. Algunas veces he oído a autoridades de Seguridad Pública y de la PNC hasta intentar negar los hechos y molestarse cuando la Fiscalía revela cifras. Lo increíble es que desde 2010, se reportan más personas desaparecidas que las ocho mil registradas oficialmente durante el conflicto armado.

La desaparición de un ser querido trae una incertidumbre horrible y el pensamiento angustioso de qué pudo haber sucedido. Las autoridades no se pueden quedar de brazos cruzados ante tantos desaparecidos y mucho menos los policías seguir respondiendo con esa desidia que profundiza el dolor entre las personas que necesitan ayuda.