Asociemos, 7 de abril, Día Mundial de la Salud; 10 de septiembre: Día Mundial de Prevención del Suicidio, y 10 de octubre: Día Mundial de la Salud Mental, son tres fechas que deben ser vistas por técnicos, políticos y los sectores responsables del Bienestar Social del Estado y Gobierno, como complementarias.

La República de El Salvador tiene una Ley de Salud Mental, tiene una Política de Salud Mental y una Ley del Sistema Nacional de Salud. Por último, tiene los fondos de Fosalud, que provienen de impuestos de personas que consumen alcohol, tabaco, y compran armas, y que son empleados para cualquier otra cosa, menos para atender la salud mental de esas poblaciones que se dañan con esos tóxicos y con el uso inadecuado de las armas.

¿Qué se espera entonces para cumplir con los compromisos constitucionales en este campo?

¿Qué se espera entoncespara cumplir con los compromisos con los organismos asesores y financieros de orden internacionales? (OMS, UNICEF, PNUD, OMT, y otros).

Es una cuestión de Ética y Humanismo, pero sobre todo se trata de una “Real Voluntad Política” que conduzca al Progreso cultural y Desarrollo Integral.

Los tres documentos anteriores, son guías claras de lo que hay que hacer en nuestro país, El Salvador; y en todo caso, al no disponer del personal técnico idóneo, allí están los organismos asesores que orientarán sobre cómo implementar los correspondientes Sistemas Integrados de Salud, tomando como base la definición muy operativa de la Organización Mundial de la Salud de Salud Mental:

“Un Estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.

Obviamente, para poder cumplir con lo nuclear de esa definición deberá el Estado y Gobierno de recurrir a los aportes de las Ciencias Sociales en donde están a la cabeza la Filosofía, Antropología, Sociología y otras, desde luego en coordinación y alianza con el Sector Educación.

Desde luego que no solo existen los documentos arriba mencionados para hacer abordajes racionales en favor de la salud mental de los salvadoreños, La Ley LEPINA, y el CONNA, con relación a los niños y adolescentes están esperando que el Estado cree en el Sector Salud, tanto en el Hospital Psiquiátrico Nacional como en el Hospital Benjamín Bloom, los espacios específicos para ellos cuando necesitan una hospitalización, es decir, hay problemas que a veces exigen recurrir a esta medida para protección personal y de la familia y lograr en corto plazo regresión de ciertos episodios de agitaciones psicomotrices y mentales, o aun estados depresivos.

Por otra parte, con relación a la definición de salud mental, el termino consciente exige que tanto la familia como el Estado, a través de Salud y Educación, se asegure que el proceso de crecimiento y desarrollo de los niños, niñas, avance de la mejor manera para que más adelante, con propiedad, ambos sectores puedan anunciar que se imparte salud y educación integrales. Esto definitivamente requerirá que se impulse con mayor énfasis la educación a todo nivel, destacándose en contenidos que propendan por que el individuo adquiera seguridad e identidad personal clara, buena autocrítica, ser muy crítico y nada de conformismos perjudiciales, y por ende sus relaciones interpersonales serán mejores.

De esta manera, si se implementan estos criterios en los niveles correspondientes, estaremos con orgullo celebrando el “Día Mundial de la Salud Mental”.