El arma más potente con el que se cuenta actualmente para combatir la transmisión del SARS-CoV-2 y controlar la pandemia, es la vacunación. Siendo un problema que nos afecta a todos por igual en el mundo, la distribución equitativa de este bien universal es no solo algo deseable y justo, sino desde el punto de vista epidemiológico y económico, necesario para poder alcanzar una contención efectiva de esta pandemia.

Siete meses después de que la primera vacuna contra el covid-19 fuera aprobada por un mecanismo de regulación, más del 80% de dosis de vacunas han sido aplicadas en países ricos, especialmente aquellos agrupados en la plataforma del Grupo de los 7 (G7). El número potencial de dosis de vacunas excedentes adquiridas de vacunas compradas por los países del G7 es probable que sea de cientos de millones o más. Estos suministros son lo suficientemente para ayudar a cubrir la demanda de vacunas a corto plazo en países de ingresos bajos y medios, mientras se invierte en la transferencia de tecnología y en la ampliación de la capacidad de fabricación mundial de vacunas e insumos de vacunas para responder al SARS-CoV-2 y a futuras amenazas de pandemia.

La semana pasada, durante la reunión que este G7 está sosteniendo en Inglaterra, los líderes de estos países decidieron donar mil millones de dosis de vacunas a los países pobres. Los mecanismos que utilizaran para implementar estas donaciones son la ayuda bilateral (ayuda de país a país) y el mecanismo COVAX. Para maximizar el beneficio potencial de la donación de vacunas, se hace necesario que estas donaciones se distribuyan en aquellos lugares o países donde la necesidad es mayor. El problema es que no hay un consenso al momento de cómo realizar este proceso.

El mecanismo COVAX de la Organización Mundial de la Salud y Organización Panamericana de la Salud (OMS-PAHO), aunque trata de solventar estas inequidades en la distribución global de vacunas, al establecer una distribución general del 20% en países, no solventa en realidad esta necesidad de focalizarse en países con mayores tasas de transmisión y mortalidad. Igualmente, la plataforma de distribución bilateral tiende a concentrarse en países amigos, y socios comerciales, utilizando sus donaciones más como un medio para cimentar las esferas de influencia que para avanzar en la equidad de las vacunas y acabar con esta pandemia.

Actualmente, ninguno de estos dos mecanismos apoya aquellas naciones con las necesidades más grandes de dosis de vacunas, perpetuando la desigualdad mundial en materia de vacunas. El 17 de mayo de 2021, Biden prometió no utilizar las dosis donadas “para conseguir favores de otros países”, sino garantizar que esos suministros “se entreguen de forma equitativa y que se ajuste a la ciencia y a los datos”. Aunque no la practica usual, de la ayuda bilateral de los Estados Unidos ni de ningún otro país del G7, este aparente cambio podría estar influenciado por expertos como el Dr. Anthony Fauci y otros, que siempre han manifestado que “nadie está a salvo, sino estamos todos a salvo”.

Un mecanismo alterno para la distribución de vacunas donadas promovido para lograr una distribución basada en necesidades, son los modelos predominantes de muertes por covid-19, los cuales han funcionado bien en las previsiones a corto plazo de hasta 12 semanas. Estos modelos se basan en el cálculo de la intensidad de transmisión, en función de la movilidad de la población, utilización de la mascarilla, estacionalidad, y pruebas per cápita. Según estos modelos las áreas geográficas con las mayores necesidades en las próximas 12 semanas (hasta el 1 de octubre 2021) son Latinoamérica, Europa central y del este, y Sudáfrica.

Dentro de Latinoamérica los países que en los próximos tres meses tendrán una mayor mortalidad por covid son Bolivia (aumento de 428%), Guatemala (aumento del 215%), Nicaragua (aumento de 150%), Honduras (aumento 102%), y Uruguay (aumento 96%). Notorio observar que Centroamérica se vislumbra como una de las áreas geográficas del mundo donde la mortalidad aumentará considerablemente. Sin querer, queriendo, nuestro país ha donado 78 mil dosis de la vacuna AstraZeneca a Honduras, de esa manera contribuyendo a la protección no solo de Honduras sino del resto de Centroamérica. ¡Todos o ninguno a salvo!