El 96.4 % del Producto Interno Bruto (PIB) salvadoreño se genera en zonas altamente susceptibles al cambio climático, concluyó una investigación del Banco Central de Reserva (BCR).

El estudio destaca que el cambio climático, un término reconocido desde 1994 por la ONU, representa un riesgo para el crecimiento económico y para el bienestar de la población salvadoreña porque, cada vez más, genera pérdidas por los eventos extremos como sequías o fuertes lluvias.

Si bien el aparato productivo local es responsable de solo 0.04 % de las emisiones de gases contaminantes a nivel mundial, El Salvador sufre las consecuencias del cambio climático y está catalogado con uno de los más vulnerables en América Latina.

La investigación retoma datos oficiales del Ministerio de Medio Ambiente que revelan una realidad dura y retadora para El Salvador: el 95.4 % de la población vive en zonas de riesgo. Esto porque un 38 % del territorio es susceptible a deslizamientos, 10 % a inundaciones y 70 % a sequías meteorológicas (sobre todo en oriente).

Esta situación genera “pérdidas humanas y económicas devastadoras, ya que el 96.4 % del PIB es generado en dichas zonas de riesgo”, matiza el estudio elaborado por la Red de Investigadores del BCR (Redibacen).

Cada año, según el documento, la economía no crece 0.86 % debido a los daños por variaciones extremas en el clima.

DEM
DEM

Pérdidas en la economía.

En los últimos años, la vulnerabilidad de El Salvador ha incrementado y le pasa factura a toda la economía, en particular a la agricultura que depende de las condiciones climáticas.

En 2020, la temperatura llegó a 25.7 grados, superior a la media de los últimos 31 años de 25.14 grados. Los meses más secos son marzo y abril, y los de mayor lluvia entre septiembre y noviembre.

En la década de los 60 y 70, El Salvador recibía huracanes provenientes del Océano Atlántico, pero desde 1982 comenzó a experimentar eventos extremos del Pacífico. También afecta la elevada densidad poblacional, el deterioro de los ecosistemas y su exposición al corredor seco centroamericano.

La pandemia del covid-19 también fue un resultado del cambio climático, que le costó a El Salvador su peor recesión económica de los últimos 40 años. En 2020, cuando el país se encontraba bajo los esquemas de confinamiento, fue azotado por las tormentas Amanda y Cristóbal.

Las pérdidas totales suman $2,824.78 millones. Por sectores, en infraestructura el rubro más afectado fue energía con bajas de $63.60 millones; en social, salud registró una caída de $618.18 millones; y en lo productivo, comercio con reducciones de $737.03 millones.

¿Qué hacer?

El documento plantea que El Salvador debe centrar sus esfuerzos en la infraestructura de adaptación al cambio climático, enfocada en tres aristas: ciudades verdes, transporte (electromovilidad) y energía.

Vehículos eléctricos o híbridos, modernizar el transporte público y adecuar las redes viales primarias y secundarias, son algunas de las propuestas incluidas en este estudio que también ve oportunidades en el sector energético con más inversiones privadas para reducir la dependencia de generación térmica y autogeneración fotovoltaica en zonas rurales.

Tres sectores estratégicos para enfrentar el cambio climático


1.- Infraestructura
Inversiones en lagunas para el control de inundaciones en la zona metropolitana de San Salvador, adaptar los sistemas de drenaje de aguas pluviales, ampliar alcantarillado sanitario y manejo de aguas negras.

2.- Transporte
Incorporar los vehículos híbridos o eléctricos, así como modernizar el servicio de transporte público, y adecuar las redes viales primarias y secundarias. Sinergias entre la infraestructura física y la natural para reducir la vulnerabilidad.

3.- Energía
Fomentar la generación de energía geotérmica con inversión privada, uso de iluminación LED en el alumbrado público, autogeneración fotovoltaica en la zona rural, y manejo de desechos desde los asentamientos urbanos.