El usualmente pacífico Ecuador parece incendiado en la última semana debido a una serie de protestas sociales derivadas del fin del subsidio a los combustibles. Todo indica que el expresidente prófugo, Rafael Correa, está moviendo los hilos, usando a los indígenas como escudo, bajo la protección y el financiamiento de Nicolás Maduro.

Ecuador recuperó la senda democrática con el presidente Lenin Moreno, quien pese a haber sido el vicepresidente de Correa, se alejó del chavismo y hasta ahora había mantenido una armonía social bastante marcada. Las protestas sociales ahora buscan ser aprovechadas por Correa, acusado de diversos actos de corrupción, quien precisamente está refugiado en Venezuela, protegido por Maduro.

Correa quiere volver al poder y, como han dicho analistas, poner de nuevo a Ecuador en la órbita del populismo dictatorial y mafioso.

Los despropósitos de los protestantes son tales que una oferta de diálogo del presidente Moreno ha sido rechazada y solo ofrecen mayor violencia. Por eso voces sensatas como el líder opositor, Guillermo Lasso, han salido en defensa de la república, de la democracia y de la estabilidad, más allá de sus beneficios o perjuicios electorales. Ecuador tiene una gran lucha por delante y es preservar su democracia y evitar volver al caos correista.