En lo que parece ser una maniobra diplomática para que la programada Cumbre de las Américas no sea un fracaso internacional para la administración de Joe Biden, el gobierno estadounidense ha suavizado inexplicablemente las sanciones contra los regímenes de Nicolás Maduro y Miguel Díaz Canel, que junto a la dictadura de Daniel Ortega, supuestamente no habían sido invitados a la reunión continental de junio en Los Ángeles.

La presión ejercida por el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador para que los tres dictadores del Socialismo del Siglo XXI puedan sentarse junto al ressto de los mandatarios de la región, parece haber rendido fruto y la administración Biden ha cedido. Quizás Biden salga bien librado de un fracaso diplomático en su Cumbre de las Américas pero esos regímenes han recibido carta blanca para seguir reprimiendo a sus pueblos sin que ningún organismo internacional o gobierno extranjero pueda hacer algo por aliviar las condiciones de esa gente.

No sería raro que Biden suavice también las sanciones al sanguinario dictador nicaragüense también que tiene casi 200 presos políticos y ha convertido a Nicaragua en una cárcel.

La maniobra de Biden puede ser interpretada por esas tres dictaduras como un signo de debilidad, como una señal que pueden seguir destrozando los derechos humanos y las libertades de sus pueblos porque la comunidad internacional no hará más que comunicados con bonitas palabras sobre la democracia y de ahí no va a pasar nada. Biden les ha dado permiso de seguir reprimiendo.