La agencia de noticias Bloomberg informaba la semana pasada que el valor de los bonos emitidos por El Salvador han reportado un fuerte deterioro en 2021, con una baja, dependiendo de las emisiones, es de entre un 30 % y 40 %. La agencia lo define de esta forma: “Los bonos en el extranjero del país han registrado el peor rendimiento del mundo este año”.

La afirmación es preocupante porque la caída obedece a una percepción del mercado de la posibilidad real de pago que tiene el gobierno hacia esos bonos, en otras palabras, hay un serio escepticismo de parte de los tenedores de bonos que reciban el pago a tiempo.

Mientras el precio de los bonos cae, el del riesgo país medido por el Indicador de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI, por sus siglas en inglés) se mantiene en niveles históricos, es el más elevado en los últimos 14 años, solo detrás de Venezuela y Argentina en América Latina. El EMBI para El Salvador está entre tres países que han tenido impago de su deuda, lo que nos da una idea de la mala percepción que se tiene.

El riesgo país se duplicó en 2021 desde un 7.28 con el que inició el año por la falta de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la tensión en las relaciones diplomáticas con Estados Unidos. El EMBI también se ve afectado por la mala percepción que tienen los mercados internacionales sobre la adopción del bitcoin.

No se trata de mera macroeconomía. El acceso a créditos internacionales tanto para el Estado como para los privados salvadoreños puede tener mayores dificultades y tasas de interés, lo que eventualmente redunda en mayores costos de producción que tarde o temprano tendrán que pagar todos los consumidores salvadoreños. De manera que es un tema para ver con preocupación.