Edwin Archila tenía cinco años cuando quedó huérfano. Su tía Elba vendía carne en el mercado de Ahuachapán y se hizo cargo de él y de su hermano Jaime, los últimos de siete hijos. Desde pequeños ayudaron con el negocio, uno en el rastro y el otro transportando el res en una carretilla. Al crecer, las posibilidades de superarse eran pocas, Elba no podía pagarle a los Archila una carrera universitaria.

En sus tiempos libres, Archila visitaba las canchas de los pinitos en Ahuachapán, con lo que ganaba por ayudar en el negocio de su tía, se compraba una pelota y un par de zapatos All Star. Su sueño era ser un basquetbolista profesional. Nunca imaginó que la vida le tenía preparados otros planes.

Su primer contacto con la pelota de fútbol fue a los 17 años, en el equipo de sus tierras, ganaba 75 colones por mes en la reserva de Club Deportivo Once Municipal. Sin embargo, su sueño era otro. Archila quería ser arquitecto, por lo que tomó un maletín y metió un par de camisetas, alguna calzoneta, unos tacos y se fue a buscar suerte a la capital, con un propósito claro: cumplir sus sueños.

 

¿En qué momento quiso ser arquitecto?

Eso fue desde niño, yo tenía un amigo y le decía yo quiero ser de esos que andan haciendo escuelas, no sabía ni como se llamaban.

 

¿Cómo iba a cumplirlo?

Yo jugaba en el Once Municipal y la “Carcacha” Romero, mi compañero, me ayudó para que fuera hablar con los dirigentes del Independiente (Nacional 1906 de San Vicente), hablé con un señor de apellido Reyes, me dijo que me iba pagar tanto, cuando hice cuentas me alcanzaba para el pupilaje y la universidad, entonces acepté. La ventaja era que no entrenábamos en San Vicente, sino en San Salvador.

 

¿Cuánto le pagaban?

El primer año me pagaron 250 colones, con eso cubría el pupilaje, la universidad y me sobraba para comerme una pizza cada mes.

 

¿Cómo hacía para estudiar y entrenar?

Yo mantenía una programación desde que me levantaba hasta que me acostaba. Toda la mañana la aprovechaba para la universidad, la tarde para ir a entrenar y si tenía tareas me tocaba desvelarme para terminar los planos, las maquetas y para estudiar.

 

¿Qué fue lo más difícil de esa época?

A veces tenía que hacer un parcial el domingo a las 10:00 de la mañana y también tenía que jugar un partido en San Vicente a las 3:00 de la tarde y me tocaba irme en bus. En esos tiempos estaba bien peligroso lo de la guerra, pero no podía dejar de hacer el parcial el domingo, ni podía dejar de ir a jugar, si no no me pagaban.

 

¿Qué años estudió?

Desde 1980 hasta 1986, el tiempo de la guerra.

 

¿Cuánto pagaba de universidad?

Empecé pagando 150 colones, pero la cuota fue aumentando, terminé pagando hasta 350 colones. En ese tiempo hacía interciclo y lo aprovechaba, durante esos cinco años nunca dejé de estudiar.



¿Sus maestros sabían que usted era futbolista y que así se pagaba la carrera?

No, al único que le dije que jugaba pelota para pagarme la carrera, fue al arquitecto José Luis Porras, cuando lo supo me dejó de molestar porque él decía que yo nunca andaba bien vestido, solo en pants y camiseta. Cuando le conté eso, le pedí de favor que no me molestara, porque yo tenía que jugar pelota para pagarme los estudios, desde ese momento fue como mi papá, me daba consejos.

 

¿También lo llamaron a selección?

Sí, en 1983 estuve en la Olímpica, me costaba porque tenía que entrenar con selección de lunes a miércoles, los jueves y viernes entrenaba con Independiente y el sábado me concentraba para el partido del domingo.

 

¿Qué significa haber jugado en Independiente, porque fue gracias a ese equipo que usted financió su carrera?

A Independiente le agradezco porque fueron mis cinco años de universidad, después me fui a CESSA Metapán para hacer la tesis y graduarme.

 

¿Cómo era un día normal cuando estaba haciendo su tesis?

Tenía que levantarme a las 5:00 de la mañana para terminar alguna tarea, a las 6:00 salía para la universidad, a las 7:00 entraba a clases y salía a las 12:00, pasaba almorzando donde sea porque tenía que irme a Metapán. Entrenaba de 2:30 a 5:30 de la tarde, a veces el entreno se extendía hasta las 6:00 p.m. Me tocaba que venirme en un bus de la 235 para Santa Ana y luego una 201 para San Salvador. A veces llegaba a las 7:30 p.m. a mis clases en la universidad, eran mis últimas materias urbanismo y composición. De ahí salía para el pupilaje.

 

¿Qué significó terminar la carrera?

Fue el sueño de mi vida (hace una pausa, su voz está cortada, deja caer una lagrima) Dios me dio la oportunidad de obtenerlo con mi esfuerzo. Para mí fue difícil, pero logré hacerlo gracias a esa disciplina que me enseñaron los entrenadores de fútbol, Raúl Magaña y Conrado Miranda. Siempre me dieron su apoyo y consejos, ellos fueron como mis ángeles.

 

Luego de presentar un plan de desarrollo urbano para Metapán, junto a tres compañeros, Archila terminó su tesis. Durante ese tiempo también jugaba en CESSA y ganaba 5 mil colones. Archila se graduó como arquitecto el 18 de abril del 1986.