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Miles de soldados estadounidenses serán desplegados en Medio Oriente luego de que Estados Unidos mató este viernes al cerebro de las operaciones militares de Irán, el general Qasem Soleimani, por cuya muerte Teherán prometió "venganza".

El presidente Donald Trump dijo que el general Soleimani había sido "eliminado" cuando estaba a punto de atacar intereses estadounidenses, pero que no buscaba con ello iniciar una guerra ni derrocar el gobierno iraní.

"Soleimani estaba planeando ataques inminentes y siniestros a diplomáticos estadounidenses y personal militar, pero lo descubrimos en el acto y lo liquidamos", dijo Trump en una declaración televisada en Florida.

Si bien se refirió al cerebro de las operaciones militares iraníes -muerto en un ataque aéreo de Estados Unidos el viernes por la mañana en Bagdad- como un "enfermo", Trump intentó reducir las tensiones con Teherán insistiendo que no buscaba iniciar una guerra.

"Tengo un respeto profundo por el pueblo iraní", dijo el presidente desde su residencia en Mar-a-Lago, en la costa este de Florida, donde está de vacaciones. "No buscamos un cambio de régimen".

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Pero Irán reaccionó con fuerza a la pérdida de quien tal vez haya sido el segundo líder más poderoso del país.

Como el jefe de la fuerza Al Quds, encargada de las operaciones exteriores de los Guardianes de la Revolución iraníes, Soleimani era una poderosa figura nacional y el cerebro de la amplia y sofisticada participación de su país en las luchas de poder regionales.

El líder supremo de esa república islámica, el ayatolá Ali Jamenei, prometió una "severa venganza" y nombró rápidamente a un sustituto al frente de Al Quds, el brigadier general Esmail Qaani.

Autoridades estadounidenses informaron que Soleimani, de 62 años, había muerto en un ataque de misil disparado desde un dron cerca del aeropuerto de Bagdad.

También falleció Mehdi al Muhandis, número dos de las Fuerzas de Movilización Popular o Hashd al Shaabi, una coalición de paramilitares mayoritariamente proiraníes integrados en el Estado iraquí.

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- Más tropas en Medio Oriente -

Soleimani ha sido considerado por mucho tiempo un peligroso enemigo para Estados Unidos. La gota que rebasó el vaso fue el ataque el martes de una turba proiraní contra la embajada de Estados Unidos en Bagdad.

Los manifestantes consiguieron quemar parte de las instalaciones y los diplomáticos quedaron sitiados.

La orden de matar a Soleimani partió del presidente Donald Trump después de este ataque, informó el Pentágono.

Trump dijo que Soleimani debería haber sido eliminado "hace muchos años".

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Pero sus predecesores evitaron siempre esta acción por considerar que sería demasiado provocadora para Irán, un país que por décadas ha protagonizado tensas confrontaciones con Estados Unidos y su aliado en la región, Israel.

Para Trump, que hace campaña por la reelección argumentando que su interés es sacar al país de las guerras que heredó de gobiernos anteriores, esta situación es de alto riesgo.

Luego retirar tropas estadounidenses de las zonas de conflicto, la muerte de Soleimani ha propiciado un nuevo envío de tropas a Medio Oriente.

Un oficial de Pentágono dijo que Washington desplegará hasta 3.500 soldados adicionales en Kuwait de manera preventiva, que se suman a los cientos enviados previamente esta semana.

Irak, atrapado en el pulso despiadado entre Washington y Teherán en su territorio, expresó el temor de que se produzca una "guerra devastadora" en su territorio.

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- "Escalada imprudente" -

El Ministro de Exteriores de Irán, Javad Zarif, dijo que el ataque aéreo estadounidense era una "escalada extremadamente peligrosa e imprudente" y Jamenei declaró tres días de duelo.

En el fuego cruzado está Irak, en cuyo suelo ocurrió el ataque.

El primer ministro iraquí, Adel Abdel Mahdi, calificó el ataque como una "flagrante violación" de su acuerdo de seguridad con Estados Unidos, advertencia que podría "desencadenar una guerra devastadora en Irak".

Dos prominentes figuras paramilitares de Irak, Qais al Khazali y Moqtada Sadr, llamaron a sus combatientes a "estar listos".

Y en Líbano, el líder del movimiento chiita Hezbolá, apoyado por Teherán, Hasan Nasralá, advirtió que habría "castigo para estos criminales asesinos".

Pero había celebraciones en la plaza Tahrir de Bagdad, epicentro de tres meses de protestas contra la corrupción del gobierno y la influencia de Irán en el país.

De su lado, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, felicitó a Trump "por actuar con rapidez, fuerza y decisión", mientras el estado judío se prepara para posibles represalias en su territorio.

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- "Operación de decapitación" -

Expertos en la materia consideraron que el ataque -que disparó los precios del petróleo- era una patada al tablero en las relaciones entre Irán y Estados Unidos.

"Trump cambió las reglas, él quería eliminar a Soleimani", dijo Ramzy Mardini, un investigador del Instituto por la Paz de Estados Unidos.

Se trata de "la operación de decapitación más grande jamás llevada a cabo por Estados Unidos, más que las que mataron a Abu Bakr al Bagdadi u Osama bin Laden", jefes del Estado Islámico (EI) y de Al Qaida respectivamente, según Phillip Smyth, un especialista estadounidense en grupos armados chiitas.

Pero la reacción de Teherán puede no ser inmediata o convencional, según expertos. Irán podría atacar bases estadounidenses en Irak o buques cisterna en el Golfo, o bien a aliados como Israel.

"Los iraníes siempre han practicado el arte de las represalias calibradas para servir a sus intereses, que es la supervivencia del régimen", dijo Suzanne Maloney, de la Institución Brookings, en Washington.

"Históricamente, Irán ha absorbido golpes y contratiempos sin sucumbir a la tentación de responder precipitadamente. El país sabe muy bien cómo cultivar su resentimiento y esperar el momento adecuado", añadió.

Las relaciones entre Estados Unidos e Irán se deterioraron notoriamente desde que Washington abandonó en 2018 un acuerdo nuclear histórico que había alcanzado con Teherán y volvió a imponer sanciones a la república islámica.