El general iraní Qasem Soleimani, y Abu Mehdi al Muhandis, número dos de las Fuerzas de Movilización Popular (Hashd al Shaabi), ambos murieron tras el ataque. Foto: AFP


Un líder proiraní en Iraq -el número dos de las Fuerzas de Movilización Popular o Hashd al Shaabi- y el enviado de Teherán para los asuntos iraquíes, el poderoso general Qasem Soleimani, murieron este jueves en un bombardeo estadounidense en Bagdad, tres días después de un ataque a la embajada de Estados Unidos.

Poco después de la muerte del general Soleimani, y de Abu Mehdi al Muhandis, el Pentágono anunció que el presidente estadounidense Donald Trump, dio la orden de "matar" a Soleimani.

"Por orden del presidente, el ejército estadounidense ha tomado medidas defensivas decisivas para proteger al personal estadounidense en el extranjero al matar a Qasem Soleimani", dijo el Departamento de Defensa de Estados Unidos en un comunicado. Minutos antes, Trump había tuiteado una bandera estadounidense.

"Bombardeo estadounidense"
El Hashd fue el primero en afirmar que un "bombardeo estadounidense" apuntó a un convoy de los proiraníes cerca del aeropuerto de Bagdad. Al menos ocho personas murieron, afirmaron fuentes de los servicios de seguridad iraquíes.

Tras conocerse la noticia, los precios del petróleo subieron más del 4% este viernes en Asia.

El general Soleimani era el jefe de la fuerza Al Qods de los Guardianes de la Revolución, encargada de las operaciones exteriores, y Abu Mehdi al Muhandis estaba al mando de las operaciones de Hashd, cuyo jefe oficial es el asesor de seguridad nacional del primer ministro. Ambos se encontraban bajo sanciones estadounidenses.

Las Fuerzas de Movilización Popular lucharon a partir de 2014 con las tropas iraquíes y la coalición internacional antiyihadista liderada por Estados Unidos, pero Washington considera actualmente que sus facciones más proiraníes (algunas de ellas surgidas durante la lucha contra la ocupación estadounidense de 2003 a 2011) constituyen una amenaza más importante que la del grupo Estado Islámico (EI).

El martes, miles de sus combatientes y partidarios suyos participaron en una demostración de fuerza sin precedentes en Iraq. Llegaron a la ultraprotegida Zona Verde de Bagdad, donde se encuentra la embajada estadounidense, y la atacaron además de pintar grafitis en los muros en los que se leía "No a Estados Unidos" o "Soleimani es mi jefe".

"Un alto precio"
Este episodio de violencia terminó el miércoles con la retirada de los proiraníes de la Zona Verde, por orden de las Fuerzas de Movilización Popular.

Pero las muertes del jueves incrementan la amenaza que se cierne sobre Iraq desde hace meses: su territorio se está convirtiendo en un campo de batalla indirecto para Irán y Estados Unidos.

Desde finales de octubre soldados y diplomáticos estadounidenses fueron blanco de una decena de ataques con cohetes, en los que murió un subcontratista hace una semana.

El domingo por la noche, Washington, que acusa a las facciones pro-iraníes de las Fuerzas de Movilización Popular de estar detrás de estos ataques no reivindicados, respondió bombardeando bases en una de ellas cerca de la frontera siria, con un saldo de 25 muertos.

El martes fue el cortejo funerario de estos combatientes el que forzó la entrada del recinto de la embajada estadounidense en Bagdad.

Inmediatamente, Trump amenazó con hacer que Irán pagara un "alto precio" y acusó a Soleimani de haber "orquestado" el ataque contra la embajada. El secretario de Estado Mike Pompeo anunció que aplazaría una gira por el extranjero para "monitorear la situación" en Irak.