En los últimos 20 años, en América Latina se ha venido aplicando la política de desarrollo de la agricultura familiar, los gobiernos han venido entregando paquetes agrícolas gratis a los micro-agricultores, que contienen semilla mejorada y fertilizantes, para la producción de granos básicos. La experiencia ha mostrado que solamente en situaciones y condiciones especiales estos programas han logrado cumplir con algunos de sus objetivos; sin embargo, en lo relativo a utilización de tecnología agrícola no se observan mejoras significativas, no obstante que los ministerios de Agricultura han puesto su atención principal y la mayoría de sus recursos humanos y financieros en función de este programa.

En el año 2015 en una evaluación de los resultados del programa de agricultura familiar en El Salvador, las opiniones de los técnicos de campo de las organizaciones e instituciones consultadas, fueron las siguientes: la ejecución del programa había sido poco exitosa, no obstante que las actividades se estaban haciendo bien; los problemas principales eran el bajo grado de aplicación de la asistencia técnica proporcionada y el deficiente apoyo para la comercialización de los productos; entre las propuestas hechas por estos técnicos estaban: mejorar la ejecución de las políticas de agricultura familiar de subsistencia, seleccionar a los beneficiarios en función de sus antecedentes productivos, incorporar la agroecología y realizar actividades que mejoren el acceso a la tenencia en propiedad de la tierra.

En el año 2017, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) llegó a la conclusión que en los programas de adopción de tecnología agrícola, los principales problemas eran: las dificultades para que los beneficiarios se ajustaran a la nueva tecnología y la heterogeneidad en la calidad de las agencias que proporcionaban el producto y/o servicios. En ese mismo año, en una investigación para graduarse como economista, se concluyó que las familias de subsistencia, beneficiadas por la entrega de paquetes agrícolas en El Salvador, usaban prácticas tradicionales agrícolas.

En el año 2018, en un seminario sobre desarrollo rural en América Latina, se enfatizó en el territorio como un foco específico de intervención, así como en la articulación entre políticas focalizadas y no focalizadas.

En el año 2019, en un documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el tema del mejoramiento de la productividad de la agricultura familiar no fue considerado, pero se dejó constancia que el momento actual en la región no es muy favorable para el apoyo a políticas focalizadas en la agricultura familiar, así como que las políticas para la agricultura familiar deben tomar en consideración que las estrategias económicas de las familias campesinas pueden incluir además del cultivo y la cría, otras actividades productivas, el trabajo asalariado u otras relaciones laborales, distintas modalidades de turismo rural, la conservación de la naturaleza y diversos servicios asociados a determinados territorios.

En un evento de lanzamiento del programa de Decenio de la Agricultura Familiar 2019-2028, organizado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de aportar una nueva perspectiva sobre la Agricultura Familiar, se afirma que este tipo de agricultura debe impulsar la innovación en los sectores productivos, modernizar su producción, integrar nuevos conocimientos, aumentar su productividad y acceder a mercados más dinámicos, sostenibles y con más oportunidades.

En El Salvador, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) tiene que conseguir aumentar la productividad de los productores agropecuarios, de todos los tamaños, sin abandonar el apoyo que se ha venido dando a los agricultores familiares que han mostrado en la práctica que están haciendo el esfuerzo para superarse.