El doctor Vásquez es el director del centro médico de la fundación Ayúdame a Vivir y es jefe del departamento de Oncología Pediátrica del hospital Bloom. / DEM


Los súper héroes en la televisión son personajes con poderes sobrenaturales y trajes de colores brillantes que luchan por un objetivo común: que el bien pueda vencer al mal. En la vida real también existen héroes, personas extraordinarias que visten una bata blanca y curan el cáncer infantil.

La oncología pediátrica es una especialidad para valientes. Requiere trabajo en equipo, valentía, compromiso y mucha fe. El doctor Roberto Franklin Vásquez es el director médico del Programa Nacional de Cáncer Infantil en la Fundación Ayúdame a Vivir y desde el 2003 ha peleado batallas junto a cientos de niños que han sido diagnosticados con este padecimiento.

 

¿Cómo describiría esta enfermedad?

El cáncer pediátrico está metido en el grupo de enfermedades catastróficas. La imagen de la catástrofe es, yo estaba metido en mi casa, bien tranquilo y había pensado que iba a hacer un jardincito, por ahí, y ese día me cayó una tormenta y me deshizo todo; al siguiente día se levanta y dice, ¿qué voy hacer?, tiene que haber alguien que le diga ‘venga, vamos, lo voy agarrar de la mano’, y le diga: ‘vamos a empezar aquí, vamos hacer esto’. Eso pasa con los niños con cáncer.

 

En la sala de espera observé muchos niños pequeños, incluso en brazos de sus madres ¿hay una edad donde es más frecuente?

Lo más común que vemos es entre los dos y 10 años.

 

¿Cuáles son los desafíos de la fundación?

Primero, tener dinero. La fundación vive en una crisis permanente, pero gracias a Dios nunca le hemos dicho que no a nadie, todo el que ha tocado la puerta ha sido atendido.

 

¿Cuánto cuesta un tratamiento para un paciente con cáncer?

Sacamos un estimado de la inversión anual por paciente, pero depende de las complicaciones; un día en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) cuesta $1,000, podemos decir que son $34,000 para un paciente si todo le va saliendo bien, y si dura dos años son $75,000.

 

¿Más la etapa de vigilancia?

Sí, luego de terminar el tratamiento pasan cinco años donde el centro recibe a los niños y hay que hacer exámenes y atenderlos en consultas.

 

¿Hay muy poca educación sobre el cáncer infantil?

Lamentablemente sí. Los niños no se enferman de cáncer por estar expuestos, es genético, no lo podemos prevenir, pero sí hacer diagnósticos tempranos. Algunos papás me dicen que antes pasaban por aquí (en el centro médico) y ni volteaban a ver; eso pasa, se llama indiferencia y la indiferencia mata.

 

Para usted ¿qué significa trabajar en la fundación?

Es como un sueño. No tengo que andar viendo seguros, ni si usted es el señor tal o la señora tal, mi relación es prácticamente con los niños. El sueño es que cada niño que pone un pie aquí es igual a otro. Usted puede venir en un Mercedes pero tiene leucemia, o venir del cantón Tres Limas en La Unión y tiene leucemia y usted no sabe quién se va salvar.