Lo sucedido hace una semana en un autobús de pasajeros de la ruta 202 en la zona de El Congo es un reflejo de cómo la ciudadanía vive bajo una terrible inseguridad desde hace años y la necesidad urgente de que el Estado nos defienda y ejerza su poder coercitivo para proteger a la ciudadanía.

Desgraciadamente esto es más frecuente de lo que creemos. Los delincuentes se suben a las unidades del transporte colectivo, asaltan, abusan y hasta violan mujeres, como se ha denunciado en este caso ocurrido la noche del viernes pasado.

Las versiones hablan de cinco pandilleros que obligaron al motorista a buscar un callejón donde realizaron sus fechorías. Las autoridades aún no han capturado a nadie por estos hechos pero es fundamental que se investigue a fondo este caso y se dé una respuesta aleccionadora si de verdad quieren que la población perciba que la inseguridad se puede vencer.

La ciudadanía sufre a diario asaltos y otros delitos diversos en las unidades del transporte colectivo. Se necesita un plan de seguridad en el transporte, pero no como los shows que hacía Munguía Payés para salir en la foto y luego se olvidaban de los pasajeros, sino algo sostenido que resuelva esta barbaridad.

Esta semana, en la página de Facebook de una asociación de transportistas, también se denunciaba, con un vídeo, a un delincuente que empezaba a asaltar a los pasajeros de un microbús. El tipo robaba a todos con el mayor descaro del mundo y luego se bajaba tranquilamente. Es el pan nuestro de cada día.

La población necesita la certeza de que viajar en bus no es una ruleta rusa -por las pandillas y por los motoristas- pero insisto que es vital que este caso de El Congo se vuelva una gran lección para los delincuentes.