La “Caravana al Revés” que salió el sábado desde Las Chinamas con centenares de jóvenes reclamando oportunidades de desarrollo para no verse forzados a emigrar es un enorme clamor que el Gobierno y la sociedad entera deberían escuchar con mucha reflexión para encontrar soluciones para la gente.

Bajo el lema “Me quedo en El Salvador”, los jóvenes, de diferentes zonas del país y algunos acompañados por sus padres y abuelos, se concentraron en esa caravana contrapuesta a a las caravanas de migrantes que han intentado llegar a Estados Unidos en busca de una vida mejor y de escapar de los graves problemas económicos, sociales, políticos y de inseguridad que sufren en el país.

Vi la noticia en medios europeos y estadounidenses que usualmente prestan atención a la migración. Y es que nadie quiere salir de su casa, de su tierra, de su hogar, hacia la incertidumbre sin razón. La gente se va por necesidad extrema.

Alejandro Gutman, de la Fundación Forever, que organizó la marcha, advertía que “es muy necesario que le respondamos a la gente, no es posible que se le siga robando el futuro a los pobres” Se trata, según Gutman, de que el gobierno, la empresa privada y las organizaciones civiles “se integren” para apoyar proyectos que permitan a los jóvenes culminar sus estudios de secundaria y universidad, y que con una carrera profesional puedan optar por un trabajo que de calidad de vida a su familia.

¿Es mucho pedir? No. Es lo justo, lo necesario, lo fundamental. Ojalá que ese clamor no se quede olvidado y que llame a los tomadores de decisiones a responder y encontrar políticas que resuelvan de verdad esa cruda realidad.