Tras los anuncios de extender la cuarentena y el Estado de Emergencia hasta el 16 de mayo próximo, serán casi dos meses de confinamiento y paralización de la actividad económica que ya están causando un fuerte impacto a todos los salvadoreños a nivel socioeconómico.

Si bien es comprensible el aislamiento preventivo debido a la pandemia, es también urgente que se empiece a escuchar los clamores por la reapertura gradual de la actividad económica en el país. Para ello es urgente diseñar un plan de consenso entre la Empresa Privada y el Gobierno que establezca una calendarización y protocolos de trabajo ante esta nueva realidad que nos ha sumido el Covid-19.

Si la economía no empieza a reabrirse paulatinamente, al riesgo de contagio de la pandemia habría que sumarle el cierre de empresas, el desempleo de docenas de miles de personas, la pérdida de ingresos, el hambre, el incumplimiento de obligaciones económicas con bancos. Un panorama brutal.

Ya ayer se publicaba un estudio que habla de la pérdida de 80 mil empleos formales y la afectación a un millón de personas en el sector informal. Una catástrofe económica sin precedentes en El Salvador. Y por eso precisamente es urgente la reapertura económica, con disciplina, responsabilidad.

Salvar la economía también es salvar vidas.