La elección de los magistrados a la Corte de Cuentas ha entrado en la recta final luego que la Comisión Política de la Asamblea Legislativa acordara que cada partido presente una lista de diez candidatos para el cargo de magistrado presidente, primera y segunda magistratura y dos suplencias de la institución.

Fue una sorpresa desconcertante que la misma comisión hace unos días avalara a todos los candidatos sin tomar en cuenta casos abiertos en instituciones como la Fiscalía o las procuradurías.

El enorme riesgo de que cada partido presente una lista de diez candidatos es que eventualmente eso signifique que se está volviendo al sistema de reparto de instituciones o cuotas partidarias que históricamente han hecho los diputados en las diferentes instituciones. El precio de esas cuotas partidarias ha sido demasiado alto en instituciones como la Corte de Cuentas que, lejos de cuidar el buen uso de los fondos públicos, han servido para proteger a funcionarios afines o para perjudicar a adversarios políticos.

Basta recordar las historias de los finiquitos exprés a los expresidentes de la República para que nos demos una idea de qué estamos hablando.

De manera que si los diputados no se toman en serio esta elección y vuelven a esas prácticas, se habrá perdido nuevamente una valiosa oportunidad de elegir a magistrados capaces, independientes y comprometidos con el resguardo de los fondos públicos y la Corte de Cuentas seguirá siendo la eterna Cenicienta del Estado.