A través de los años, y aun hoy en día, la iglesia ha reaccionado de diversas formas, principalmente con estas tres posiciones: el activismo social, el fundamentalismo recalcitrante y la perspectiva bíblica balanceada. La iglesia activista social es aquella que tiene como propósito los cambios sociales que mejoren la vida de la población. Fue esta visión que llevó a muchas iglesias a abrazar la Teología de la Liberación al ver las víctimas de la pobreza, la marginación y la injusticia. La Teología de la Liberación no encuentra apoyo en las Escrituras, aunque se usen para tal fin algunos textos fuera de contexto.


La Biblia promueve el progreso, el trabajo, la dignidad y la redención integral del ser humano, pero a través de la obra redentora de Cristo en nosotros. La perspectiva bíblica balanceada nos da el estándar de lo que debe ser el creyente y sus responsabilidades civiles, incluyendo la política. Nos enseña que nuestra manera de actuar no se separa de lo que somos delante de Dios y de lo que debemos ser delante de los hombres.


Desde mi opinión, un creyente puede participar en política, tal y como lo ha afirmado esta semana el sacerdote Luis Ayala, pero bajo los estándares de lo que debe ser el comportamiento ético y moral. No estoy de acuerdo, aunque respete la afirmación que hizo al anunciarlo: “La Iglesia me quedaba debiendo, porque yo aporté más a la Iglesia”. El creyente, en el cumplimiento de sus responsabilidades, incluyendo la política, no debe olvidar que primero él es un representante de Cristo.


En el sentido amplio, política es un sustantivo, que viene del griego polis (ciudad), y quiere significar la vida de la ciudad. En ese sentido amplio, tenemos el adjetivo político que viene del griego polités (ciudadano) que denota las responsabilidades de éste con la (polis) ciudad. En el sentido restringido, política es el arte de gobernar. Este término está relacionado con la elaboración y la adopción de medidas específicas con vistas a que se perpetúen en el marco de la ley.


Trazadas esas diferencias, se establece que debemos preguntarnos si Jesús participó en política. La respuesta es que en el sentido amplio sí; pero en el sentido restringido es evidente que no: No participó en ningunas de las opciones de poder político de su época. No fundó ningún partido político. No adoptó ningún programa político vigente en su tiempo. No dirigió una protesta política. No dio ningún paso para influir en las políticas del César, de Pilato, ni de Herodes. Sin embargo, su mensaje afectó la vida política y social de su época, llegando hasta el día de hoy. Trajo un nuevo paradigma de justicia y libertad.


Los cristianos que participen en la política deben tomar en cuenta los siguientes principios:


• Evaluar el compromiso del partido político con la libertad de expresión del pensamiento, sea religioso o político.


• La protección de la vida como sagrada.


• La provisión de justicia para todos.


• La preservación de la familia tradicional según los valores bíblicos.


• Gobernar con excelencia inspirado en un Dios que así lo espera.


En algún momento de nuestras vidas todos hemos estado en el medio de dos aguas, y se debe tener el valor de definirse según sus principios. Debemos adoptar una conducta coherente, y si tenemos afinidad por algo, no podemos adular lo contrario.


A veces al querer estar bien con Dios y con el diablo, lo que hacemos es traicionar nuestros principios (al infierno solo van los voluntarios). Estar con Dios y con el diablo, describe y condena, la actitud de algunas personas que hacen un doble juego, que no evidencian una postura clara, que apuestan en varios lados para asegurarse una victoria, y en la política ocurre con frecuencia. No termino de entender las declaraciones del actual alcalde de San Salvador, haciendo un símil entre una manifestación del orgullo LGTBI y una procesión católica, algo totalmente fuera de lugar, una desafortunada comparación.


Ante la falta de coherencia de muchos políticos nuestros, me pregunto: ¿Adónde se va toda esa “fe y devoción” de ciertos políticos y funcionarios? Dan constantemente gracias a Dios, le piden su bendición y protección divina en sus discursos, van a misa antes de cada elección a pedir por un buen resultado y más tarde persiguen a los católicos, descalificando a quienes piensan diferente y desprestigiando a los que predican con el ejemplo, dentro y fuera de la política, de manera coherente, sirviendo a Dios según sus Mandamientos, y a la Patria con la Constitución.