Tratemos de ver el vaso medio lleno: en medio de las tensiones políticas hay un consenso generalizado que la reapertura económica debe continuar. Sabemos que el equilibrio entre salvar vidas y la necesidad de generar ingresos para la inmensa mayoría es muy delicado. Por ello, la vuelta al trabajo debe continuar de la manera más ordenada posible, respetando y haciendo respetar de manera estricta los protocolos de salud.

Pero es un hecho que los protocolos funcionan en la mayoría de empresas “formales”. De hecho, las empresas que estuvieron autorizadas para operar durante la pandemia no reportaron incidentes graves de contagio de Covid-19. Lo que preocupa es el sector informal. De acuerdo con datos de diferentes fuentes confiables, 7 de cada 10 salvadoreños laboran en el sector informal, y, en este tema, el rol de los gobiernos locales es fundamental.

Estamos convencidos de que el cordón sanitario en el Centro San Salvador salvó muchas vidas, pero era insostenible para siempre, dada la urgente necesidad que tienen miles de capitalinos y zonas aledañas de continuar reincorporándose.

Definitivamente no es adecuado poner a los más vulnerables entre la espada y la pared: “O te mueres de la Covid o de hambre”, pero también estamos conscientes de que la apertura se ha dado cuando se reportan diariamente un alto número de contagios, de manera que tenemos un gran desafío por delante.

En este sentido, hemos venido presionando con el apoyo de alcaldes de diferentes municipios para que se refuercen los presupuestos de las municipalidades más grandes y con mayor número de contagios, especialmente San Salvador, por donde pasarán en esta apertura millones de personas cada día. En nuestro equipo de trabajo no hemos descansado ni un solo día llevando ayuda a los más vulnerables y necesitados. Hoy nos toca algo más complejo, lograr que la apertura no provoque más contagios y muertes.

El comercio en el Centro de la ciudad no está regulado en los protocolos del sector formal. Por eso, trabajamos en conjunto con organizaciones de vendedores independientes en un plan que contempla estos protocolos para el sector informal, pero esto requiere no solo ideas y métodos, sino también recursos económicos extraordinarios. Necesitamos aumentar la vigilancia, extremar el control, y, aún más, cuando comience a funcionar el transporte urbano.

Necesitamos multiplicar las labores de recolección de basura en esas zonas y multiplicar también la desinfección total de esas áreas y hacerlo cada día. Al mismo tiempo debemos continuar con nuestras labores de siempre, garantizando el buen funcionamiento del sector formal y el control del enorme tráfico de personas y autos que se genera en la capital.

Es de suma importancia que los poderes del Estado, especialmente el Legislativo y el Ejecutivo, comprendan que de lo que ocurra en San Salvador durante la apertura económica, dado que es la mayor zona comercial y de servicios del país, dependerá en gran parte la buena marcha de las cinco fases de la reapertura a nivel nacional.

Desde la Alcaldía de la San Salvador estamos absolutamente comprometidos con hacer posible ese delicado equilibrio entre la salud y la economía. Y es que no estamos hablando de política partidaria y mucho menos de quien tiene la razón. Estamos hablando de lo que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte de miles de salvadoreños, a quienes todos nosotros nos debemos.