Es evidente que la pandemia está golpeándonos nuevamente. Se ve el aumento de casos, de hospitalizaciones y el fallecimiento de adultos mayores. Las aglomeraciones de personas en actividades sociales, comerciales, políticas y religiosas han sido un caldo de cultivo para este rebrote.

Pero a la preocupación de la salud se suma también la preocupación sobre la economía. Otro encierro, otro confinamiento sería una catástrofe económica tanto para el Estado como para el sector privado. Sin actividad económica no hay ingresos y por lo tanto, no hay impuestos que pagar. Entonces la afectación sería generalizada.

Por eso es que es vital encontrar un equilibrio entre la salud y la economía. Como bien decía ayer la Cámara de Comercio e Industria, más allá de la contención se deben generar condiciones para atraer inversión, facilitar y dinamizar la actividad comercial. Sino, terminaremos la pandemia ahogados económicamente, con hambre, sin empleos y eso es algo que nadie desea.

Las cinco medidas propuestas ayer por la Cámara de Comercio para una reactivación segura, por ejemplo, van en ese camino. Primero, lograr un Balance entre la salud de las personas y la economía. Segundo, un manejo responsable y transparente de las finanzas públicas, con “más gasto público de capital y menos gasto público corriente”. Tercero, el apoyo a la empresa privada y afiliación de trámites. Cuarto, la actualización de las estadísticas nacionales y priorizar la formalización de empresas. Y quinto, pero no menos importante, mantener un entorno político y económico armónico en que los actores políticos deben crear las condiciones de certidumbre jurídica y política, además de generar condiciones económicas que transmitan confianza y permita la atracción de inversiones.

Por ahí va el camino correcto.