No hay que quedarnos en casa, el próximo domingo 28 de febrero todos los ciudadanos acudamos a los centros de votación correspondiente para emitir el sufragio a efecto de elegir alcaldes y concejos, así como diputados de la Asamblea Legislativa y el Parlamento Centroamericano, aunque no sepamos para que sirven estos últimos.

La democracia es imperfecta pero es la mejor forma de convivencia entre los individuos. Es un proceso que debemos ir perfeccionado y que nos permite participar aunque sea con el simbolismo de un voto. Votar es un derecho y un deber, hay que hacerlo con conciencia y civismo, motivado por nuestros anhelos de participación ciudadana. Votar es una oportunidad para ratificar autoridades o cambiarlas, de acuerdo a nuestra propia percepción y convicción ideológica. Nadie puede obligarnos a votar por este o aquel partido o sobre un determinado rostro. Nosotros y solo nosotros somos los dueños del privilegio de votar.

Al momento de votar hay que hacerlo con suma conciencia y dejar a un lado la engorrosa propaganda cargada de falsas promesas, mentiras, pleitos estériles, violaciones a las leyes electorales y rostros manipulados con la tecnología del photoshop. No hay muerto malo ni candidato corrupto, todos se venden como samaritanos a punto de ser subido a los altares celestiales. Hasta ahora no conozco un candidato que hable sobre sus ambiciones personales y partidarias, todos prometen trabajar por el pueblo aunque para ellos el pueblo se reduzca a sus familiares, a sus adeptos partidarios más cercanos y a sus patrocinadores. Aun así, insisto, hay que asistir a votar ya sea para endosar el apoyo a quienes ya ejercen los cargos o para castigarlos con el rechazo en las urnas.

Si este vez, como en muchas ocasiones anteriores ha ocurrido, nos equivocamos y elegimos malos funcionarios, ya vendrán otras elecciones para corregir errores. No permitamos que los malos funcionarios sigan, pero tampoco permitamos que lleguen a los cargos personas aprovechadas que son más de lo mismo. Estoy seguro que todos los partidos tienen gente mala, pero también debe haber gente honesta aunque haya que buscarla con lupa. Votemos por quienes, según nuestro propio criterio, son los mejores, sin importar de qué partido son. Mi consejo es votar por rostros para tener la opción de elegir a los mejores de diferentes partidos, pero si al final cada quien decide votar por bandera, está en todo su derecho y los derechos se respetan cuando se convive en una sociedad donde la ley impera sobre el hombre.

Al final de las elecciones por lógica consecuencia habrá un resultado que podría ser de acuerdo a nuestras expectativas o contrario a ellas. Sea cual sea el resultado hay que aceptarlo porque es la imposición de la mayoría. Si no acudimos a votar, pues nos perderemos ese derecho y tenemos que aceptar lo que decidieron quienes acudieron. Lo primero que debemos hacer es felicitar al ganador, aunque haya sido alguien ajeno a nuestra simpatía. Si ganamos alegrémonos sin burlarnos del perdedor, pues al final todos somos salvadoreños y deseamos le mejor para El Salvador. Si perdemos felicitemos al ganador y cuando ellos ocupen el cargo comencemos a exigir el cumplimiento de las promesas. Si no cumplen, ya pronto vendrán nuevas elecciones y como masa votante tendremos el sartén por el mango… Es el juego de la democracia.

Para votar hay que tener memoria histórica y un poco de sentido común. Hay que recordar lo que nos prometieron e incumplieron los actuales alcaldes y diputados, y Analizar quienes son los que aspiran a esos cargos. Muchos de los actuales funcionarios merecen y deben estar procesados por actos de corrupción y muchos de los aspirantes primerizos ni siquiera merecen ser candidatos porque carecen de notoriedad, capacidad y solvencia. Algunos se escudan en un partido, una bandera o un funcionario (el presidente) para lanzarse al ruedo electoral sin estar mínimamente preparados.

Hay que ir a votar para luego tener la solvencia necesaria para exigir a quienes nos gobiernan local y nacionalmente y a quienes nos legislan. Hay que emitir el sufragio porque es un derecho ganado a fuerza de ser tesonero y de la lucha de nuestras anteriores generaciones. Votar nos permite refrendar o endosar el poder formal, pero sobretodo nos posibilita alimentar la democracia e incidir aunque sea mínimamente en la estructura del gobierno local y nacional. Compatriotas, hagamos el domingo 28 de febrero una fiesta cívica y una demostración de democracia acudiendo a votar con las respectivas medidas de bioseguridad. La democracia la hacemos todos.