Si todos los salvadoreños tuviéramos la conciencia ecológica y el entusiasmo de Félix Latzo, El Salvador sería un paraíso forestal y ambiental. Este salvadoreño ha dedicado décadas de su vida a fomentar la reforestación y el cuidado del medio ambiente en todo el mundo y ahora es un merecido candidato al Premio Nóbel de la Paz.

Latzo construyó un modelo educativo desde 1980 para crear conciencia en los niños sobre el cuido del medio ambiente, que llamó Plantando América y fue impulsado en Estados Unidos. Ahora su programa recorre el mundo y, por supuesto, lo ha promovido también en El Salvador, donde algunas veces ha aparecido como un profeta en el desierto, advirtiendo la necesidad de conservar el clima y el medio ambiente.

La tristeza es que muchas veces Latzo no fue escuchado en El Salvador, él se queja de que siempre encontraba puertas cerradas en su país, irónicamente uno de los más deforestados del continente americano.

Independientemente que Latzo gane o no el Nóbel de la Paz, su obra ha dejado huella en El Salvador y en el mundo y eso es digno de reconocimiento. El país necesita más salvadoreños ejemplares como el señor Latzo y sus connacionales debemos estar orgullosos de su labor.