En este país usualmente creemos que “la autoridad” solo existe para reprimir o arrestar. Muchos de los problemas que tenemos en El Salvador tienen que ver precisamente con la falta de autoridad o la incapacidad de ejercerla. Lo vemos desde el doloroso tema de la seguridad hasta el tráfico, pasando por casi cualquier momento de nuestra cotidaneidad.

El Salvador perdió el ejercicio de la autoridad durante el conflicto, se retó a las fuerzas de seguridad, se rompieron todas las leyes posibles y un sector hasta veía con admiración esos actos porque se repudiaba por un lado el caracter represivo del Estado y por otro lado, una dictadura militar que era necesario cambiar.

Pero pasado el conflicto, con los Acuerdos de Paz, nos fuimos al otro extremo, una Policía amarrada y limitada en muchos aspectos. Los policías temían hasta disparar en defensa propia porque no querían ir a prisión.

El colmo es que no se ejerce autoridad en el tráfico y por eso tenemos el caos que tenemos. Veamos casos sencillos donde no se ejerce o no hay autoridad. Un fulano se cruza un semáforo en rojo y la patrulla del 911 que está a un lado, no hace nada, los agentes se encogen de hombros porque “no les corresponde”, porque “no son de tránsito”. Terrible error.

Cada cierto tiempo leemos en las noticias de una rastra que se queda en X carretera y bloquea el paso a centenares de vehículos y miles de personas, ¿por qué? porque aquí no tenemos de dónde instalar regulaciones de bodegas u horas de circulación del transporte de carga. Y si las tenemos no se aplican. Otra vez la falta de autoridad.

Los agentes del Estado tienen que entender que tienen que ejercer su autoridad, sin irse al extremo de los abusos previos a los Acuerdos de Paz, pero sabiendo que necesitamos orden, armonía y cumplimiento de la ley. En otras palabras, un cambio de mentalidad de las propias autoridades.