Una vez más estamos presenciando un debate sobre el tema del subsidio al transporte, un eterno problema que han enfrentado los sucesivos gobiernos desde hace décadas y que no ha tenido una solución permanente.

Los salvadoreños pagamos una gran cantidad de fondos a los transportistas para operar sus buses y microbuses a través del subsidio que nos cobran en cada galón de combustible que ponemos en nuestros vehículos. Y cada vez que se vence el plazo, escuchamos los mismos clamores de los transportistas diciendo que su vibrante negocio está por quebrar y amenazan con paralizar labores o aumentar tarifas perjudicando a la población más vulnerable, que son los usuarios del transporte colectivo.

Los transportistas siempre están exigiendo beneficios pero siempre se resisten a dar un mejor servicio. Es más, han sido totalmente indolentes con la contratación de centenares de motoristas irresponsables que cometen miles de violaciones a la Ley de Tránsito, no pagan sus multas ni tienen sus documentos en regla. Lo que es peor, muchas veces consienten que esos motoristas manejen borrachos o drogados. Darles más subsidios sin condición alguna es ceder nuevamente a un sector que nos cuesta demasiado a los contribuyentes sin compromiso alguno de su parte.

Estar exigiendo más subsidios o aumentos de tarifas en tiempos de esta depresión económica provocada por la pandemia habla del oportunismo político de este sector y en eso no se debe ceder.