Ayer vimos la entrega de credenciales de los nuevos diputados de la Asamblea Legislativa y sobresalen abundantes rostros jóvenes que seguramente llegarán llenos de entusiasmo al parlamento para cumplir con su misión. Son nuevos y jóvenes políticos que tienen grandes desafíos por delante.

Siempre es esperanzador ver cómo se renueva la clase política. Yo comparto el punto de vista de aquellos que piensan que hay políticos que han pasado demasiado tiempo en las curules de la Asamblea o en las alcaldías municipales. Se necesita una renovación permanente de nombres y visiones. Pero el gran reto no es solo ser diferente, sino mejores que sus antecesores. Para ello no solo hay que evitar los males de sus predecesores sino también mostrar que son capaces, honestos y comprometidos con resolver los graves y urgentes problemas que enfrentan los salvadoreños.

Más allá de visiones políticas, recuerden que su juventud debe cuidar también su prestigio y su futuro. Deben tener claro que deben servir a los ciudadanos y no servirse de ellos. Que el idealismo de su juventud les sirva para pensar siempre en cómo mejorar el país desde el puesto que ocupan y recuerden por qué el pueblo ha repudiado a los diputados que se van para no cometer los mismos errores.