La semana pasada, escuché la frase del profesor Luis Maira, experimentado diplomático chileno: “En 40 años que tengo de dar seguimiento a la política en América Latina, nunca había visto que tantos factores de crisis en la democracia se hubiesen juntado como ahora, en tantos países al mismo tiempo” (CNN/29-OCT-2019). ¿Cuál es el hilo conductor de toda esa protesta social? ¿Es casualidad que pidan la renuncia el presidente del país más pobre del continente (Haití)? ¿O el de uno de los más desarrollados (Chile)?.

La respuesta podría variar dependiendo del enfoque, pero el hilo conductor lo encontramos en el “XXV Encuentro del Foro de Sao Paulo” realizado hace tres meses en Venezuela. Su lema: “Por la paz, la soberanía y la prosperidad de los pueblos: ¡Unidad, Lucha, Batalla y Victoria!”.

Su agenda: Condenar las políticas neoliberales, especialmente en Argentina; machacar sobre el saqueo de las riquezas del continente por más 500 años, recrudecido en los 20 años de aplicación del “Consenso de Washington”; alabar a Evo Morales por el proceso de cambio y reestructuración social, económica, político-institucional y geopolítica, que consolida a Bolivia como referente continental. También denunciar que el gobierno chileno busca mayores utilidades para el gran empresariado, a costa de retroceder derechos sociales y laborales; resaltar la escalada de persecución y asesinatos de excombatientes y líderes sociales en Colombia; expresar que Estados Unidos es el enemigo principal de los pueblos del mundo; pronunciarse contra el bloqueo a Cuba y Venezuela; y señalar como fascistas a los gobiernos de Paraguay y Brasil.

Además de acusar al gobierno salvadoreño de desmantelar las conquistas sociales mediante su política neoliberal, rechazar la militarización del país y la alineación de su política exterior al imperio, así como solidarizarse con el Frente Amplio de Uruguay, fustigar al gobierno de Martín Vizcarra en Perú, apoyar las luchas sociales del pueblo ecuatoriano, haitiano, etc. etc. etc.

Tras meses después del Foro de Sao Paulo, emerge una coordinada protesta social en varios países. Nicolás Maduro lo acaba de decir claramente la semana pasada: “Estamos cumpliendo el Plan del Foro de Sao Paulo. El Plan va en pleno desarrollo” (TELESUR/ 28-10-2019). Es clara la relación conspirativa entre los dictados del Foro de Sao Paulo y los estallidos sociales en el cono sur. Las palabras de Maduro evidencian el hilo conductor. Negarlo es un chiste.

Es cierto que nuestra América morena es la región más desigual del planeta. Un espacio antes calificado como el patio trasero de los Estados Unidos. La cuna de dictadores militares. El escenario de exitosas luchas guerrilleras como la de El Salvador, en el que si bien el FMLN no alcanzó el poder por medio de las armas, lo hizo después por medio del voto democrático (resultando el remedio peor que la enfermedad). O la del FSLN en Nicaragua, que sí lo alcanzó por la vía armada, perdiéndolo después y volviéndolo a recuperar por la vía “electoral”. Una región con una clase media emergente y sectores populares bien informados, pero con derechas e izquierdas silvestres, primitivas que piensan que los ciudadanos son tontos y desconocen su corrupción.

No menos cierta resulta la paradoja que la primera víctima del socialismo chavista sea la patria de Bolívar, con cuatro millones de venezolanos que han migrado porque la capacidad adquisitiva de su salario mínimo solo les alcanza para comprar dos papas, una cebolla, un kilo de carne, medio kilo de queso y medio cartón de huevos. Pero con Maduro y sus secuaces regalando el petróleo a Cuba, adquiriendo multimillonarias deudas con Rusia, China y alineándose con el terrorismo iraní.

No resulta extraño entonces inferir que la generalizada protesta social no solo es culpa de gobiernos conservadores y corruptos, sino de la también corrupta, igualada, mediocre e incapaz izquierda latinoamericana, que no pudo romper con las prácticas viciadas, heredadas de aquellos gobiernos.

Si Maduro dice que el plan del Foro de Sao Paulo se está cumpliendo según lo establecido, ése es el principal hilo conductor de la protesta social generalizada.

Por tanto, que algunos digan “vientos de cambio vienen del sur. América Latina despierta”. (Norma Guevara/ FMLN) resulta en una absoluta hipocresía, ya que cuando las izquierdas han estado en el poder no mueven un dedo para cambiar el modelo económico que tanto critican.

Si los políticos siguen con su corrupción, sin entender las necesidades de sus pueblos, el destino de otros gobernantes será excusarse, al igual que lo hizo Piñera: “Pido disculpas a mis compatriotas, reconozco mi falta de visión”.