En los Estados Unidos se está desarrollando un juicio político contra el mismo presidente del país. Dicho proceso, a cargo de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, busca indagar y determinar responsabilidades individuales al más alto nivel, ante las acusaciones de que el Presidente Trump habría comprometido la seguridad nacional y la política exterior de su país, con el propósito de buscar ventajas políticas en las siguientes elecciones.

Más allá de los resultados del “impeachment” al que este mandatario se enfrenta, la naturaleza constitucional del mismo reviste de la mayor importancia, en un mundo marcado por la tendencia a los absolutismos de todo tipo, y a la renovada tentación desde el poder de evadir todo control externo.

Las audiencias son públicas, se desarrollan ante los ojos escrutadores de periodistas y ciudadanos, convocando a funcionarios en activo, civiles y militares, a que rindan cuentas sobre lo que han hecho y lo que han visto, en un ejercicio de rendición de cuentas del que al final el principal ganador será el pueblo estadounidense. El control político del poder aún es posible en los Estados Unidos de América. Siendo uno de sus principales aliados en la región, El Salvador podría aprender de esta experiencia política, pero que también es cívica y democrática.