El fuego puede acabar en instantes una casa o un negocio que le tomó años de trabajo a una familia poder construir. Así es la economía de un país. Durante las últimas décadas en El Salvador hemos visto el esfuerzo de millones de salvadoreños dentro y fuera del país, trabajando duro por reconstruir una nación destruida por la guerra y la confrontación de los 12 años de conflicto.

Tristemente volvemos a estar a prueba con la pandemia. Esta nueva desgracia está siendo como un fuego que devora lo que tanto esfuerzo nos ha tocado construir. Miles de personas han perdido sus empleos, muchos empresarios –de todos los niveles– se han visto obligados a cerrar sus empresas y otros miles se rascan la cabeza con preocupación todas las noches pensando cómo van a pagar las deudas a los bancos o los salarios a sus trabajadores. Esa es la cruda realidad en tiempos de pandemia.

Veía hace unos días al reconocido economista y analista, Ing. Mauricio Choussy, advertir que el proceso de recuperación de la economía salvadoreña del impacto de la pandemia sería más lento de lo que se proyectó inicialmente. Choussy, quien suele ser una persona muy responsable en sus afirmaciones y muy realista en sus pronósticos, dijo que “si a principio se pensaba que la economía se iba a recuperar en una forma en ‘V’, no, ahora lo que se ve es que la economía cae abruptamente y la recuperación es más lenta, más tendida”.

Además, sostuvo que “la contracción económica va a agravar la capacidad de generar empleos. Vamos a perder capacidad de producir empleos, de producir bienestar, van a quebrar muchas empresas, no crean que esto no va a afectar a los empresarios”.

Preocupante, bajo todo punto de vista y en medio muchas interrogantes sobre un futuro que no se ve nada claro.