El presidente Nayib Bukele destituyó en las últimas horas a una decena de parientes del expresidente Salvador Sánchez Cerén que ocupaban puestos muy bien pagados en el Estado y ha advertido que continuará removiendo de cargos estatales a parientes de dirigentes del FMLN.

La medida ha sido sumamente popular en las redes sociales, desde donde el mandatario hizo los anuncios, y eso demuestra el repudio generalizado que causa el nepotismo en nuestra sociedad.

Tradicionalmente, los partidos políticos han visto al Estado como un botín, como una especie de embudo, donde la partidocracia vacía a su militancia y a sus parientes para premiarlos con puestos gubernamentales e incluso con contratos estatales. No hay ningún partido que se salve de este señalamiento.

La decisión de Bukele merece apoyarse y también es un buen momento para que en la Asamblea Legislativa se desempolve la ley contra el nepotismo que tanto el FMLN como GANA se han negado a avalar. Ojalá los diputados esta vez se tomen en serio la discusión de esta ley y los salvadoreños podamos ver empleados públicos capaces y no a empleados premiados por su relación sanguínea o partidaria. El país necesita una ley contra el nepotismo para evitar que esta práctica política histórica en nuestra sociedad siga sucediendo.