Como en muchos otros temas, se está planteando otro posible conflicto –real o aparente- entre el próximo gobernante, y la prensa tradicional de nuestro país, que comprende los medios escritos, radiales, televisivos, y últimamente, los medios cibernéticos, que han tomado un elevado auge dentro del desarrollo noticioso en los medios de comunicación modernos.

Según se ha podido conocer, el mismo presidente electo ha declarado que respetará el derecho a la libre expresión del pensamiento, pero que él también usara el mismo derecho, entendemos que con el efecto de contrarrestar el resultado que las noticias o comunicaciones que en la prensa nacional le puedan afectar, o incluso perjudicar en su gestión como máxima autoridad del órgano ejecutivo, a partir del 1 de junio de 2019. En lo personal, las declaraciones sobre el tema nos parecen innecesarias, porque los derechos –de libre expresión, y todos los demás-, ya encuentran regulados en las leyes que rigen a la nación, y por lo tanto es irrelevante repetir lo que se hará, o no se hará, sobre tal o cual derecho, porque de cualquier forma lo que debe hacerse, es, o será, lo que la ley manda, prohíbe o permite.

Traer el tema a discusión o por lo menos actualización, nos podría mover a pensar que de alguna manera se podría estar lanzando un reto al periodismo nacional, a que estén prevenidos porque el tema del periodismo podría ser sujeto de modificaciones en el período que se avecina, especialmente si es cierto como dicen, que el presidente electo es versado en el tema de publicaciones por el sistema de internet, que aún no es del todo dominado por los personeros del periodismo tradicional, los troles, ciberespacio, la nube, y demás términos modernos, que no todos dominamos.

Indudablemente que las declaraciones del presidente electo sobre el tema, -así como ha sucedido con otros temas- no deja de despertar preocupación en los sectores encargados de informar las actividades gubernamentales y nacionales de todo tipo, especialmente aquellas que se pretenden disfrazar con el objetivo de ocultar malos manejos u operaciones de corrupción, las cuales, como se ha visto últimamente, se han multiplicado a niveles increíbles en gobiernos pasados, y en los cuales, las entidades oficiales encargadas de proteger los bienes nacionales han fallado por ineficiencia, o por complicidad, y para bien de todos los ciudadanos, ha sido la prensa investigativa, o los periodistas acuciosos quienes han puesto el dedo en la llaga, y con ello, se han descubierto enormes defraudaciones que han dejado positivos resultados.

Quisiéramos pensar que el futuro presidente, lejos de confrontar con los medios de comunicación, apoye el periodismo investigativo y colabore con quienes combatan la corrupción desde los medios. Porque tener un combate frontal con el periodismo por el solo hecho de recibir críticas o tener opiniones diferentes a políticas oficiales, nos parece que no nos puede conducir a estadios positivos.

Nuevamente creemos que los asesores presidenciales tienen una enorme labor con el electo, aunque el tiempo se acorta. El tema de la relación del gobierno con la prensa es muy delicado. De hecho, aceptamos que la prensa no siempre tiene la razón, y que las noticias en ocasiones se tornan amarillistas. Pero un gobernante sabio, tendrá la capacidad para saber diferenciar cuándo debe atender y cuándo ignorar una crítica, y en ningún caso asumir discordia personal.

Recuerdo una vez, cuando me desempeñaba como Fiscal General, llame al director de un periódico reclamándole por una noticia exagerada sobre mi persona, publicada en su periódico, y su respuesta fue: “Disculpe doctor, vivimos del escándalo”. Solo solté una carcajada. La realidad es que el trabajo de gobernar un país ha de ser muy complicado. Lejos de buscar más complicaciones deben de buscarse soluciones. El equipo de gobierno tiene obligación de guiar –sutilmente si se quiere- al futuro gobernante para sacar adelante a nuestro país. Eso esperamos.