Lamentablemente El Salvador, está pasando uno de los peores momentos en su democracia, dado que es imposible expresar alguna diferencia o contradicción de criterio contra el presidente Nayib Bukele, sin que te amenacen de muerte o difamen sus seguidores, ya sea en las redes sociales o que discutas con alguno de ellos en espacios públicos, de manera que la tolerancia y el respeto a las ideas no importa, lo único válido y verdadero es lo que dice el presidente; de modo que si el día de mañana se anuncia que la semana solo tendrá seis días y no siete, eso será suficiente para darlo como verdadero y correcto, aunque el calendario gregoriano, esté definido desde el siglo XVI.

De modo que el debate limpio de las ideas por medio de la contra-argumentación, respetando el pensamiento de los demás, no es el estilo de una buena parte de los seguidores del presidente, dado que solo conocen el insulto, la amenaza y la difamación, como una manera de callar a los que disienten con ellos.

Sumado a ello se encuentra una buena parte de troles, que sus perfiles en las redes sociales son anónimos, estos son los peores, porque escriben solo para amenazar y maldecir a todo aquel ciudadano que públicamente disienta con el presidente, a ellos no les importa tu argumentación, aunque la evidencia sea sólida.

Lo único que les interesa es disminuir a sus oponentes por medio de la desacreditación, de modo que están bien organizados, tanto así que una vez se enteran que un ciudadano desmiente o aclara vía Twitter sobre cierta información que sale desde el Órgano Ejecutivo, se activa la jauría de troles y en un par de segundos te han destruido la imagen. Y lo peor es que no tienen ningún tipo de respeto por la inteligencia o las ideas, simplemente ven como enemigo público número uno a todo aquel que no opina igual a ellos. Acá es donde uno se pregunta qué habremos hecho mal, para que esta generación odie tanto el debate de las ideas.

Una generación que su pensamiento es ecléctico, y que el conocimiento lo adquieren de copiar y pegar, aman la contradicción y rechazan el silogismo, opinan como sabedores de todo, pero desconocen la historia, son analistas tipo café listo, con títulos exprés en pdf, pero que no pasan ni el más mínimo de los exámenes de las reglas del debate, tal como lo estipula la academia; de manera que estamos enfrentando una generación con el mayor blindaje de la historia, dado que por más que se expongan argumentos nunca serán válidos para ellos.

De tal suerte que la división y el odio que ahora vivimos como país, se fue construyendo desde antes de la campaña presidencial, pero esta se agudizó aún más, al llegar al poder el presidente Bukele, ya que desde ahí se ha intentado eliminar todo vestigio de libertad de expresión, vendiendo un país donde están los buenos que apoyan todo lo que dice el presidente y los malos que no lo apoyan, un país donde están los que se oponen a la aprobación ilimitada de recursos para el Plan Control Territorial y los que no se oponen.

Un país donde están los que agachan la cabeza ante todas las decisiones presidenciales y los que critican los caprichos del presidente, un país que se rinde ante la tiranía y la autocracia y los que defendemos las libertades. Esto mismo ocurrió cuando Adolf Hitler, llegó al poder, nadie osaba criticarlo y todo lo que hacía les parecía bien, pero la historia nos ilustra cómo concluyó. Qué decir de Hugo Chávez, que dejó en banca rota la economía venezolana, porque eliminar a la oposición, en consecuencia, defender la democracia y las libertades consagradas en la Constitución, no es defender al corrupto, como se está vendiendo.

Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime. (Proverbios 29:2)