Según declaraciones que escribiera vía Twitter, la atleta y exdiputada del PCN, Cristina López, en las que denuncia que no fue la “única que recibió salario sin llegar” a la Asamblea Legislativa, abre el hilo para una investigación más profunda de todo el lastre que ha existido y que seguramente seguirá existiendo en el congreso salvadoreño. No creo que este tipo de denuncias sorprendan la inteligencia de los ciudadanos de bien, ya que las contrataciones fantasmas, la introducción de familiares y amigos al seno del Estado, es un secreto a voces que sirve de combustible en las tertulias de la mayoría de compatriotas.

Lo que sí es lamentable, es que las instituciones del Estado que administran justicia, que investigan el delito, que controlan y auditan los recursos públicos, en los casos emblemáticos, siempre brillan por su ausencia, y a falta del poder coactivo del Estado, son los medios de comunicación los que ahora se han convertido en el azote de aquellos políticos pícaros, que han estado acostumbrados a manejar los recursos del erario público, como si fueran propios, en los que han contratado sin reservas activistas políticos que les hacen el trabajo territorial los 365 días al año, trabajo que no tiene nada que ver con el quehacer legislativo.

De manera que los salvadoreños honrados que pagan los impuestos, estarían financiando obligadamente la operación política de los diferentes partidos que están diseminados en los estamentos del Estado, y no necesariamente solo en la Asamblea Legislativa; de ahí que las revelaciones de Cristina López, encuentran eco, en la realidad corrupta y de nepotismo, en la que se reparten el botín a prorrata, por ello vemos a exdiputados de todos los colores, asesores, parientes y amigos, cobrando jugosos salarios, sin ir a trabajar, porque tienen el respaldo del funcionario que los puso ahí, y que a su vez, es avalado por su partido político.

Los ciudadanos honrados no podemos continuar agachando la cabeza, ante las investigaciones periodísticas de corrupción y nepotismo, ni ante las declaraciones de Cristina López que señalan los abusos de los recursos públicos del partido PCN, y del actual presidente de la Asamblea Legislativa; por lo tanto, se les debe exigir a los funcionarios señalados, la renuncia inmediata a su cargo, y luchar porque la Fiscalía General de la República, inicie de oficio las investigaciones que permitan deducir responsabilidades penales que conduzcan a la cárcel a los corruptos.

Si bien es cierto que el nepotismo es una falta y no un delito, dado que así lo establece el artículo 6 de la Ley de Ética Gubernamental, no por ello la Fiscalía debe cruzar los brazos y no hacer nada al respecto, ya que en las declaraciones de Cristina López y en la investigación periodística de El Faro, sobre el nepotismo, bien se podría hacer una interpretación extensiva, y comprender que ahí se han dado varios delitos, que deben de investigarse a profundidad, sobre todo porque ya se tienen los nombres de las personas involucradas, que han defraudado la hacienda pública.

De modo que, sin temor a equivocarme, bien se podría investigar a los involucrados por los delitos siguientes: Actos Arbitrarios, puesto que han usado el poder, para malversar fondos y contratar a familiares; incumplimiento de deberes, dado que han cobrado un salario sin haber dado un servicio en contraprestación; peculado, por cuanto fueron nombrados en un cargo y nunca asistieron a realizar labores, de modo que se apropiaron de fondos públicos; y por último, bien se podrían procesar por el delito de tráfico de influencias, dado que haciendo uso del poder, contrataron amigos y parientes.

De tal forma, que el fundamento legal, para poder actuar lo tiene la Fiscalía, solo debe de presionar el acelerador, antes que salgan huyendo, como el caso de Sigfrido Reyes, ya que no se puede continuar siendo tibios con la persecución del delincuente de cuello blanco, y duros con los pobres que cometen un delito y que, por falta de una buena defensa, son condenados a penas máximas, es hora de procesar y condenar a los verdaderos delincuentes.