Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Honduras, han sufrido crisis políticas y disturbios graves en los últimos meses y años. Todos estos países tienen una cosa en común, manosearon las prohibiciones constitucionales y permitieron la reelección presidencial, institucionalizando el autoritarismo y destruyendo la independencia y separación de poderes. El resultado ha sido el caos, la incertidumbre y la pérdida de libertades.

El gran libertador Simón Bolívar, dijo que “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”.

Tristemente es lo que ha pasado con Maduro y Chávez en Venezuela, con Daniel Ortega en Nicaragua, con Juan Orlando Hernández en Honduras y ahora con Evo Morales en Bolivia. Todos tras ganar cuestionados procesos electorales que la comunidad internacional ha tildado de fraudulentos.

Aunque la mayoría de esos gobernantes son de izquierda, de la llamada corriente del Socialismo del Siglo XXI, el hondureño Hernández nos muestra que el autoritarismo no tiene ideología y es igual de perjudicial si es de derecha o de izquierda. Un país que no tiene institucionalidad fuerte no debe complicarse con ese tipo de rupturas constitucionales.