Hace cerca de cuatro años recorrí la llamada Carretera Longitudinal del Norte, desde el cruce hacia Chalatenango en carretera a la Frontera El Poy, hasta el entronque de la carretera que va de San Miguel a Perkín. Y hace poco, mi esposa y servidor tomamos a la izquierda de la carretera a El Poy, para dirigirnos hacia Isidro Metapán por “la longitudinal”. Difícil describir la belleza del paisaje, característica de la comarca que la carretera atraviesa.

La belleza es extraordinaria. Montañas y vegetación exuberante, bosques y potrero; atractivos pueblitos con casitas campesinas que destacan. Agua en abundancia; una carretera bien construida y que se ha mantenido, a pesar de que el terreno puede ser inestable. Pocos cultivos sin embargo y poca gente a la vista.

Sorprende la soledad que lo acompaña a uno en todo el trayecto, me refiero en este caso al recorrido del reciente domingo. Pocos automóviles circulando y autobuses contados con los dedos de una mano. Era domingo ciertamente y la actividad económica de los días entre semana se nulifica. Sin embargo, uno pudiera pensar en “hordas” practicando el ciclismo de alto rendimiento o familias “turisteando”. Valga decir que la estadía en Isidro Metapán es gratísima, con su extraordinario centro, uno de los mejores que he visto en El Salvador.

Cuando fui viceministro de planificación de Costa Rica, como parte de un valioso equipo que incluyó al amigo y exdiputado Jorge Villacorta, dediqué mucha energía y corazón, al desarrollo de la autogestión rural en campos baldíos, sin quitarle un metro cuadrado a alguien. Hicimos reforma agraria integral, educando, capacitando y adiestrando hombres y mujeres de campo, para que participaran como socios en las empresas de propiedad colectiva que ellos mismos gestaban y gestionaban. Se les brindó a los empresarios autogestionarios apoyo organizativo, técnico y en comercialización, así como acceso a los recursos financieros de la banca del estado para financiar los avíos. Todo respetando las decisiones de los mismos trabajadores autogestionarios, pues de lo contrario se pierde la esencia filosófica del modelo, pensado para florecer en economía de mercado. Las empresas piloto pagaron deudas pasadas, sus avíos y todavía les quedó ganancia para reinvertir y vivir mucho mejor. Fue un esfuerzo de la sociedad civil, del sector académico, del gobierno, las cámaras empresariales, los sindicatos, los partidos políticos, el sector cooperativista, el IICA y la OIT, así como los medios de comunicación; muy pocos, personas extremistas, vieron mal el emprendimiento, que culminó con legislación creadora del concepto de Propiedad Social, en el que todos los que trabajan en la empresa son copropietarios y es el trabajo lo que da derecho a ser copropietario. Hoy en día no estoy apegado a esa rigidez, pero sigo pensando en que el modelo es válido, no de aplicación general por supuesto.

Viendo el norte salvadoreño, desolado, con todo su potencial por un lado y la problemática de jóvenes de los sectores más marginados de la sociedad salvadoreña, así como la capacidad organizativa de las pandillas, que hace a aquellos aptos para el trabajo asociado, refuerzo en mí la idea de que poco a poco se pueden crear decenas de empresas autogestionarias y con el tiempo conglomerados diversificados y de producción integrada, como PKB Corporation, que bien conocí o Mondragón, en España, empresas sobre las que en google hay amplia información.

Con planificación congruente con el modelo económico salvadoreño, que empieza por escoger la mezcla humana y por la aplicación del concepto integral del desarrollo rural, se puede pensar en empresas atractivas para insertar a mucho joven hoy en desgracia o cerca de caer en ella. Para ello, países como Israel ofrecen experiencias valiosísimas que conocí de primera mano. Me parece este es un buen momento para emprender algo como lo descrito. Este servidor a la orden queda, si puede ser útil transfiriendo experiencias; única aspiración…contribuir.