El Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) ha repetido la voz de alarma que hemos venido escuchando las últimas semanas sobre la economía salvadoreña: tenemos uno de los peores escenarios fiscales de la región.

El Icefi advierte que la economía salvadoreña tiene el crecimiento porcentual más acelerado en deuda y déficit fiscal, mientras caen los ingresos y la actividad productiva. En otras palabras, vamos en un acelerado declive. Hace rato que el país topó sus tarjetas de créditos, sigue pidiendo extrafinanciamientos y estamos llegando a un nivel de endeudamiento asfixiante que tarde o temprano traerá problemas aún mayores con el contexto de la pandemia de por medio. El Icefi estima que la deuda pública de El Salvador se dispare un 21 % y pase del 71.1 % estimado inicialmente a un 91.2 % para finales de 2020.

Ya vimos ese pronóstico negro de la CEPAL de una contracción de -8.6 para El Salvador y el Icefi coincide en gran medida. Ese organismo destaca que El Salvador será “el país de la región que observará un impacto más significativo” en la reducción de su PIB con una pérdida de 10 % en la producción real.

Es necesario que todos los órganos de Estado entiendan la gravedad de esta situación, que busquen canales de entendimiento serios y no solo estarse echando culpas mutuamente porque el barco está haciendo aguas y muy cerca de inundarse. Este es un asunto que no se resolverá con una elección y es necesario una solución permanente.