Las imágenes que vimos la semana pasada en las que se ven calles y zonas verdes de la colonia Santa Lucía de Ilopango hundiéndose progresivamente, son reflejo de lo que puede ocurrir en todo el país.

No nos referimos a que éste pueda hundirse físicamente, sino a las cavernas subterráneas que se van formando en la misma República cuando sus instituciones tienen cimientos débiles, cuando los problemas lejos de resolverse se prefiere ocultarlos.

Cuando las leyes que rigen los actos de la autoridad son postergadas en su cumplimiento, en nombre de las excepciones que para algunos amerita la gobernabilidad o la convivencia entre distintos partidos, se van creando pozos de opacidad y hasta filtraciones de recursos que podrían brindar beneficios a la población.

Todo parece estar bien, las plenarias legislativas se suceden semanalmente, el Ejecutivo apenas emprende sus primeros pasos en una carrera que durará cinco años y la cabeza del órgano judicial pasó hace un año por su renovación.

Pero todo lo anterior no es suficiente, si los arreglos o componendas subterráneos y el secreto oficial sigue imponiéndose a cualquier intento de escrutinio ciudadano. Esto es lo que origina las cárcavas en la República. Aún es tiempo que fortalezcamos las bases y mitiguemos los daños antes que sea demasiado tarde.