La voz de la canciller salvadoreña en la OEA desconociendo a la dictadura de Nicolás Maduro y expresando preocupación por las recurrentes violaciones de derechos humanos de la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua, son un paso histórico en la dirección correcta de nuestras relaciones internacionales.

La posición anterior que tenía El Salvador bajo el gobierno del FMLN, alineado con dictadores oprobiosos como Maduro y Ortega, era una verdadera afrenta a la democracia, las libertades y los derechos humanos en el continente.

Por eso esta declaración nos ha puesto en el lado correcto de la historia. El Salvador tiene que ser un referente de democracia en la región y debe denunciar cualquier situación de injusticia como las de Venezuela y Nicaragua. El país también debe respaldar cualquier movimiento cívico que busque restablecer la democracia en ambas naciones.

Un buen paso debe ser votar a favor de todas las resoluciones de condena a esos regímenes en organismos internacionales y además, abogar por la libertad de presos políticos, la defensa de los derechos humanos y el cese de la persecución a periodistas y disidentes.

El Salvador conoce de sufrimientos por gobiernos autoritarios y represivos, y jamás deberá volver a alinearse con esos regímenes crueles.