La salud mental de los salvadoreños se habría deteriorado durante el confinamiento, que duró más de cinco meses. /DEM


Diana tuvo mañanas difíciles durante el confinamiento por el covid-19: algunos días lloraba horas porque sentía miedo, en otros “pensaba en cómo sería mi vida si me mataba”, y en otros creía que había enloquecido. Diana no está sola. Cientos de salvadoreños se encuentran en una circunstancia similar, saben que enfrentan algún problema psicológico, pero no tienen un diagnóstico oficial ni ayuda.

En El Salvador se prioriza la salud física de las personas, aunque se cuente con una Política de Salud Mental. El resultado son trastornos mentales que pueden derivar en hasta el suicidio y dejar, además de problemas y luto en las familias, secuelas en la economía que pueden significar pérdidas millonarias.

Un análisis de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), presentado en enero pasado, destaca que los trastornos mentales y la no atención integral a la población salvadoreña deja pérdidas potenciales de hasta $3,454.21 millones, una cifra que representa el 13.8 % del Producto Interno Bruto (PIB) calculado para 2017.

La investigación de la UCA utiliza la metodología los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) para calcular los costos derivados de la pérdida de productividad, ya sea por muerte o incapacidad, de una persona que se enfrenta a algún problema psicológico como trastorno depresivo mayor, trastornos alimenticios, estado de ánimo (distimia), consumo de drogas o alcohol, bipolaridad, ansiedad y autolesiones; todos intensificados durante el confinamiento por el covid-19.

Oportunidad perdida.

Las afectaciones de los trastornos mentales en la productividad de la economía no solo consideran las muertes prematuras en edad de trabajar, sino que también analiza cómo estas enfermedades imposibilitan que una persona ejerza sus actividades laborales.

De esa manera, el AVAD calcula el tiempo perdido por muertes prematuras según la esperanza de vida del país y el tiempo vivido con discapacidad. En la investigación se toma de referencia que para 2017 había 157,602 personas en estas condiciones, de los cuales 101,203 eran hombres y 56,399 casos de mujeres.

En conjunto significan 146,519 años perdidos en edad productiva. Para 2017, se estima una productividad promedio anual por cada persona ocupada de $23,575, pero ese año se registran 1,450 personas fallecidas por trastornos mentales, es decir, que se perdieron $34.19 millones solo por muertes prematuras.

El estudio de la UCA destaca que esa cifra casi triplica el presupuesto asignado al Hospital Psiquiátrico, por $11.70 millones. “Evidencia la significancia de los costos de no atender de forma integral la salud de la población salvadoreña”, señala en su análisis contenido en el informe socioeconómico de 2020.


La pandemia y salud mental.


La pandemia del covid-19 no solo ha dejado a la economía salvadoreña en su peor crisis desde la guerra civil de la década de 1980, sino que también ha dejado secuelas en la salud mental de los salvadoreños que se enfrentan a despidos, familiares enfermos, y un panorama incierto.







El Salvador presenta el mayor número de autolesiones que terminan en suicidio en Centroamérica. Por cada 100,000 personas, 13.7 se quitan la vida cada año.

“Mi ansiedad y estrés aumentaron luego que nos mandaran a trabajar a la casa”, recuerda Diana a los meses de confinamiento, un período en el cual se unió el miedo a perder el empleo, el encierro, la sobrecarga laboral y el estrés de contagios.

Para darle seguimiento al impacto de la pandemia en la salud mental de los salvadoreños, la Fundación Pro Educación de El Salvador (Funpres) realizó dos estudios en 2020, el primero en mayo -en pleno confinamiento, y el segundo en octubre, cuando ya se encontraba la reapertura.

El estudio encontró que el 70.6 % de los participantes manifestó tener un nivel normal o leve de depresión debido a la crisis sanitaria, contra un 72.5 % que mostró mismos indicadores, pero en ansiedad.

“Hay un elemento clave cuando hablamos de depresión, que hay sentimientos de valoración personal hacia la baja o culpa, sobre todo, cuando encontrábamos los niveles de encierro y la relación con aquellas personas que han tenido familiares contagiados”, manifesta Elizabeth Castillo, parte del equipo investigador del Funpres.

Fernando Mena, también investigador de Funpres, advierte que en los próximos meses se debe estar alerta ante un posible estrés postraumático. “No estamos como queriendo agregar un trastorno más a todo lo que puede pasar con los salvadoreño, pero es algo que se tiene que ver a largo plazo”, suma.
Un riesgo que se puede estar tanto ya, y se intensifica en un futuro, es una posibilidad de estrés postraumático. Es posible, además de la ansiedad y la depresión”.
Fernando Mena
Investigador de Funpres

Teletrabajo, una carga adicional.


La investigación de la Fundación destaca que una de las principales dificultades que manifestaron los encuestados es el aumento de la carga laboral por el teletrabajo. Los salvadoreños también tienen miedo a perder el contacto físico con sus seres queridos, la sensación de encierro y que su familia se contagie.

En el primer estudio de la organización un 17.9 % señaló que tenía dificultad por el aumento de la carga laboral, pero para el segundo sondeo subió a 29.7 %.

En tanto, un 23.6 % señaló como dificultad encontrar un equilibrio entre la situación laboral y el cuido de los hijos y el hogar, así como un 16.5 % indicó tener problemas con el empleo.

¿A qué enfermedades mentales se enfrentan?



  1. Presupuesto: En el informe, la UCA señala que en El Salvador el presupuesto asignado al Ministerio de Salud significó un 2.4 % del Producto Interno Bruto entre 2009 y 2019, de eso el 2 % se dedica de manera directa a la atención de salud mental.

  2. Más frecuentes: De 2000 a 2017, los trastornos alimenticios y del estado de ánimo registran un crecimiento más rápido, mientras que las autolesiones y los trastornos por consumo observan un alza más pausada. De 2012 aceleró la curva de alza.

  3. Por género: A lo largo de esos 17 años, los hombres son la población más afectada por el consumo de alcohol, drogas y autolesiones. En el caso de las mujeres se presentan más trastornos alimenticios, ansiedad, bipolaridad, distimia y depresión mayor.

  4. ¿Qué es la ansiedad?: Estado de ánimo o percepción del mundo hacia un daño o desgracia. Se acompaña de un sentimiento de disgusto, miedo o terror, con síntomas corporales como tensión, falta de aliento, palpitaciones o sensación de atragantamiento y asfixia.

  5. Depresión: La persona percibe el mundo de manera triste o desanimada. Hay pérdida de interés, cambios de apetitos, peso y sueño, así como falta de energía, sentimientos de culpa y pensamientos recurrentes de muerte o planes de suicidio.