El desembarco de las tropas aliadas en Normandía, en el lado francés del Canal de la Mancha y que se denominó Operación Neptuno, en la madrugada del 6 de junio de 1944, marcó esta fecha histórica.


Desde septiembre de 1939, el avance de las tropas nazis comandadas por Adolf Hitler había resultado imparable. Gran parte de Europa se encontraba ocupada y las fuerzas aliadas buscaban entrar en esos territorios para obligar a los alemanes a replegarse. Durante 1943, tras doblegar a los nazis en el norte de África, los aliados centraron sus operaciones en Sicilia, para después asaltar y controlar la Italia fascista de Il Duce, Benito Mussolini. La derrota alemana durante el largo sitio de Stalingrado y el empuje del Ejército Rojo eran evidentes. Las victorias aliadas habían sembrado muchos campos de cadáveres y el impacto en las poblaciones civiles era brutal.

El hambre y las enfermedades se propagaban por doquier y desde el mando aliado no se estaba haciendo trabajo humanitario preciso y contundente. A partir de los meses finales de 1942, el consulado salvadoreño en Ginebra (Suiza) formaba parte de una red clandestina de extensión de documentos de nacionalidad para familias judías de Hungría, pero el alcance real era muy limitado ante la magnitud del desastre humano que se vivía debido no solo a la Solución Final exterminadora emprendida contra judíos, homosexuales, gitanos, católicos, republicanos españoles y otras “subrazas” (según la terminología nacionalsocialista), sino ante las carencias propias que vivían los pueblos europeos sujetos a ocupaciones militares o a continuos bombardeos y combates.

Para iniciar un ataque frontal contra el régimen nazi, el comando aliado diseñó la Operación Overlord, consistente en la invasión militar masiva de Europa por medio de un desembarco táctico en una zona costera de 80 kilómetros situada en Normandía, en el lado francés del Canal de la Mancha. A esa parte específica de la invasión se le denominó Operación Neptuno. Sin que se hubieran superado las inclemencias climáticas del día anterior, en la madrugada del 6 de junio de 1944 (el llamado D Day o Día D) se produjo la invasión.

Diez divisiones militares de los aliados salieron por aire y mar desde las islas británicas y, tras arribar a la costa normanda, buscaron tomar posiciones en cinco playas bautizadas con los nombres clave de Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. Bajo el intenso fuego de fusilería, artillería y aviación con que fueron recibidos por las defensas nazis, miles de soldados delos 250 mil que llegarían a esos lugares en 50 mil aviones, barcos y vehículos anfibios entregaron sus vidas. Los militares estadounidenses desembarcaron en Utah y Omaha. En esta última se libraron los más fuertes combates del Día D y murieron 6000 estadounidenses y15000 quedaron heridos.

Uno de esos soldados que desembarcaron se había enlistado en el ejército estadounidense en una de las oficinas abiertas en el estado de California. Se trataba de un originario de la república centroamericana de El Salvador. Se llamaba Ricardo Harrison Morales, había nacido en la ciudad de Santa Tecla, el 17 de mayo de 1925, y era hijo del entonces diputado salvadoreño Alfredo Harrison y de María Morales de Harrison. Como lo hicieron más de 500 salvadoreños entre 1941 y 1944, “El Negro” Harrison Morales decidió incorporarse a las filas militares de Estados Unidos, aunque otras decenas de salvadoreños también se enlistaron en los ejércitos de Gran Bretaña y Francia.

Desde Europa hasta el Pacífico sur, cientos de salvadoreños combatieron al eje nazi-fascista-japonés. No era solo vivir la aventura bélica, dado que la muerte, las heridas o el retorno tenían recompensa.


Decenas de esos salvadoreños fueron aceptados en las filas castrenses por su juventud, mientras que quienes fueron descartados del servicio activo se incorporaron a labores logísticas más periféricas, como la limpieza y mantenimiento de barcos, submarinos y aviones de transporte y combate acantonados en la zona del canal de Panamá o en las bases californianas.

Desde Europa hasta el Pacífico sur, cientos de salvadoreños combatieron al eje nazi-fascista-japonés. No solo se trataba de vivir la aventura bélica del momento, sino que la muerte, las heridas o el retorno tenían sus respectivas recompensas. Si morían en combate, el seguro para sus familias era de 10 mil dólares o 25 mil colones. Si resultaban heridos o regresaban sanos y salvos, eso les aseguraba la nacionalidad estadounidense, sólidas pensiones económicas y oportunidades de buenos trabajos en territorio continental o bajo ocupación.

Riflero o fusilero de una compañía del 359º Regimiento de Infantería de la 80ª División del ejército estadounidense, Ricardo Harrison Morales tomó parte en el desembarco aliado en Normandía. A esa misma playa Omaha también arribaron un británico y un estadounidense, que se llamaban igual que el salvadoreño (denominado Richard Harrison en su documentación de guerra). El británico, originario de Liverpool, pertenecía al 5º Batallón de la 26ª Brigada de la 9ª División Escocesa, mientras que el estadounidense estaba enlistado en el 359º Regimiento de la 90ª División de los Estados Unidos. El europeo y el norteamericano no salieron con vida de aquel infierno bélico, pues murieron respectivamente el 22 de junio y el 3 de julio de 1944. Pero el joven tecleño sobrevivió y siguió adelante.

Desde el 7 de junio y a lo largo de dos semanas, a los militares aliados se les hizo difícil controlar aquellos territorios. Las condiciones del terreno facilitaban defensa y ataques sorpresivos de los nazis, mientras que la destrucción de puertos, puentes y carreteras dificultaba el avance de la infantería y el transporte de pertrechos. En su calidad de tirador, a Ricardo le correspondía ser parte de la infantería y dar soporte de fuego a las tropas en su avance. Incluso, le correspondía el trabajo de francotirador. Mientras, los aliados siguieron su lenta marcha para recuperar localidades francesas como Cherburgo, St. Lô y Caén.

El 25 de julio, las fuerzas comandadas por los generales Patton y Montgomery desencadenaron una amplia ofensiva contra las divisiones blindadas alemanas, a las que derrotaron, lo que permitió abrir una importante brecha de penetración que posibilitó capturar los poblados de Coutances y Avranches y facilitó la movilización del ejército de Patton para recuperar zonas portuarias. Como respuesta, Hitler ordenó un contraataque a partir del 6 de agosto, pero esa ofensiva a gran escala terminó en un importante fracaso táctico debido al cerco aliado de Falaise, desarrollado del 12 al 22 de agosto.

Placa de bronce recibida por la familia Harrison Morales como un reconocimiento por los servicios prestados por el riflero salvadoreño al ejército de Estados Unidos.


Herido de gravedad

El tecleño Harrison Morales tomó parte en varios de esos movimientos dentro del cerco de Falaise. En la tarde del 16 de agosto de 1944, resultó herido de gravedad en una escaramuza en Menil-Froger. Conducido al hospital de campaña, el salvadoreño que había sobrevivido al Día D y a las demás jornadas intensas de la Operación Overlord no pudo continuar más. Con la premura del caso, sus restos mortales fueron sepultados en la tumba 32, fila 2,campo A del cementerio militar estadounidense de Corneille. Faltaban apenas siete días para que los aliados alcanzaran y atravesaran el río Sena y, dos días más tarde, el 25 de agosto, liberaran París.

Por desgracia, quizá nunca pueda saberse si Harrison Morales tuvo oportunidad de verse y conversar con otro compatriota, según Santiago Álvarez h., vástago de Santiago Álvarez y de su esposa Anita, residentes en el barrio de El Calvario, en la ciudad de San Salvador.

Enlistado en las tropas estadounidenses, Álvarez hijo también fue otro de los invasores aliados de Europa durante el desembarco de Normandía y fue alcanzado por una bala unas horas antes de su ingreso a la capital francesa. Hasta la fecha no ha sido posible localizar información certera que confirme si solo fue herido o murió como consecuencia de ese disparo.

Tras la derrota y ocupación de Alemania y Japón, los ejércitos aliados comenzaron a entregar cadáveres y reconocimientos a las familias de los soldados extranjeros que pelearon en sus filas. El de Estados Unidos no fue la excepción. Desde Francia hasta Puerto Barrios (Guatemala), el cuerpo de Ricardo Harrison Morales fue repatriado en un ataúd sellado que fue sepultado en la tumba de su familia, situada muy cerca de la entrada principal del cementerio municipal de Santa Tecla, en una ceremonia desarrollada a partir de las 16:00 horas del martes 7 de junio de 1949. Poco más de un año después, en octubre de 1950, la familia Harrison Morales recibió una placa de bronce, como reconocimiento por los servicios prestados por El Negro al ejército norteamericano.

El 5 de marzo de 1951, el agregado militar estadounidense en El Salvador, coronel Samuel P. Walker, le entregó a sus padres varias medallas: la de la Estrella de Bronce (por conducta heroica y acción ejemplar en combate contra el enemigo), la del Corazón Púrpura (por haber entregado su vida en combate), la de la Campaña de Europa, África y el Medio Oriente (con estrella de participación en la Campaña del Norte de Francia); la de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial, así como las insignias de Combate Armado y de Tirador Certero.

La medalla del Corazón Púrpura fue confiada por la familia Harrison a la American Legion de El Salvador, fundada hace unos pocos años atrás y bautizada con el nombre de Ricardo Harrison Morales.

Al cumplirse 75 años del Día D, el pesado silencio nacional no debiera de ser lo único que acompañara a Ricardo Harrison Morales, el salvadoreño que pasó a la historia desde las playas de Normandía. Cuando un día se documente y escriba la historia de la participación salvadoreña en la Segunda Guerra Mundial, las vidas y obras del riflero Harrison Morales y de sus demás compatriotas enlistados merecerán un sitial de honor.