Playa del Tunco solitaria ante la pandemia, uno de los principales centros turísticos. Al cierre de 2019, el sector dejó ingresos por $1,777 millones, en contraste este año se espera una fuerte caída por la alerta sanitaria por la pandemia. / DEM


El turístico es el rubro de la economía más afectado por la crisis sanitaria y económica que ha generado la pandemia del COVID-19.

De acuerdo con Guillermo Barrientos, miembro del Comité de Turismo de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (Camarasal), el sector se encuentra paralizado y no tiene perspectivas de mejora en lo que resta de 2020, anticipa que apenas podría comenzar a recuperarse en enero de 2021.

La actividad comenzó a resentir el paro de la economía semanas antes de que se ordenara el cierre de fronteras y del Aeropuerto Internacional San Óscar Arnulfo Romero (el 17 de marzo) y se prevé que sea uno de los últimos en recuperarse debido a la nueva realidad que enfrentará el mundo en cuanto a confianza de los viajeros y de medidas sanitarias. “La materia prima son los turistas y la pandemia ha hecho que las personas no estén viajando”, dijo Barrientos.

Según la Camarasal, el turismo genera empleo para alrededor de 32,000 familias que se desempeñan en labores diversas como agencias de viajes, restaurantes, pequeños y grandes hoteles, además de turoperadores que se engranan con otras actividades como la agricultura.

Se estima que solo el rubro de restaurantes genera un aporte anual de $13 millones en el Impuesto Sobre la Renta (ISR) y de $12 millones en Impuesto al Valor Agregado (IVA), por ello el empresario sostiene que es necesario un plan de salvataje para el sector que les permita tener un para no perder empleo y mano de obra capacitada.

 

Impactos

Esta semana la ministra de Turismo, Morena Valdez, anticipó en una entrevista en la radio YSKL que se prevé de una pérdida en el sector de unos $440 millones, cifra calculada con base en estudios de la Organización Mundial de Turismo (OMT), la que prevé una rebaja de la actividad entre un 20 % y 25 %.

En contraste, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que el impacto en el sector ronde los $1,000 millones.

“No queremos ser pesimistas, ni alarmistas, pero debemos ser realistas: los turistas que vienen por vacaciones no vendrán este año, es decir, no esperamos ingresos para 2020”, dijo Barrientos.

Por ahora, una parte de la capacidad hotelera ha sido requerida por el Ejecutivo para fungir como albergues de personas positivas de COVID-19, pero asintomáticas; centros de cuido para personas con sospecha de nexos epidemiológicos y centros de contención.

Valdez dijo que se en total está trabajando con 73 hoteles a los que han contratado para prestar servicios en la coyuntura, proceso en el que se han invertido unos $4 millones en adecuar los inmuebles para funcionar como centros de contención.

Barrientos sostiene que la situación no es igual para todos, pero que hay empresas que tienen caídas de los ingresos de más del 90 % e incluso de las que tienen “ingreso cero” y no hay manera para cubrir planillas, compromisos con acreedores y proveedores.

Puso como ejemplo a micro y pequeñas o de casos de sectores más vulnerables un guía local en el Cerro Verde -que vive de la propina- o de un artesano en El Tunco que vive de la venta del día, personas más afectadas por la parálisis del sector.

Jorge Hasbún, presidente de Camarasal, explicó que el sector está en comunicación con el Gobierno, con quienes han encontrado receptividad en sus propuestas, pero urgen de medidas en el corto plazo para ayudar a reactivar a sectores clave como el turismo.

El presidente Nayib Bukele ha anunciado que preparan un plan de reactivación económica el cual sería presentado esta semana, mientras que el ministro de Hacienda, Nelson Fuentes, reveló que este incluirá un fideicomiso a partir de los fondos de emergencia, el cual incluso podría constituirse en una línea de crédito con una tasa de interés entre el 1% y 3% para apoyar al capital de trabajo.