Sólo la quinta parte de los bachilleres que optan por someterse a las pruebas de admisión de la Universidad de El Salvador, lograron su cometido en el primer intento.

De los 18,554 examinados, apenas 858 obtuvieron un puntaje igual o superior a 50 de los 100 puntos posibles.

Quienes obtuvieron una nota menor, tuvieron una segunda oportunidad o abandonaron la posibilidad de cursar estudios superiores.

Estos resultados deben considerarse en un contexto más amplio. El sistema educativo salvadoreño está muy por debajo de las expectativas de sus destinatarios y muy lejos de los estándares que un mundo globalizado requiere. También lo han demostrado los resultados de la PAES en las últimas décadas. Las deficiencias educativas son verdaderamente endémicas.

Poca investigación científica, falta de oportunidades y limitada cobertura educativa, se suman a factores estructurales y a la poca receptividad en la renovación de contenidos.

El país padece un “déficit educativo” que ahora se refleja en los pobres resultados de ingreso a la educación superior.

Los jóvenes bachilleres, son el resultado de un sistema que debe mejorarse y del que depende el futuro y la integración del país en el mundo.