Habían pasado casi 20 años de un incidente así -que yo recuerde- en el que la Policía le dispara a un ciudadano por no atender un alto y es herido. El caso del sábado en la noche causó la muerte de un hombre de 42 años y la detención de un subinspector de la Policía Nacional Civil que le habría disparado.

En un país donde la inseguridad es el sufrimiento de cada día, la Policía no puede ser un factor de temor para la población. Su misión de servir y proteger no es coherente con que le disparen a un ciudadano desarmado que no atiende un retén, en todo caso, el procedimiento debe ser interceptarlo y detenerlo, pero no dispararle.

En el 2000, en un incidente similar, un médico resultó herido por dos policías que le dispararon. El vehículo del médico tenía 16 impactos de bala.

La ciudadanía no puede estar expuesta a este tipo de abusos. Y como tales, deben ser castigados apropiadamente.

Tampoco es correcto que un “asesor” presidencial se crea con el derecho de destruir parcialmente el vehículo de otra persona y maltratar a dos mujeres, solo por el puesto que ocupa. Es simplemente inconcebible e injustificable. Ojalá que en este caso también se aplique la ley como corresponde.

Lamentablemente en el país estamos acostumbrados al abuso de autoridad, de los funcionarios que se creen más que el ciudadano común y se les olvida que ese ciudadano común es el que paga su salario y tiene que servirle, no servirse de él.

El Gobierno debe tener claro que logrará mayor respeto protegiendo a sus ciudadanos sobre el abuso de un funcionario, que defendiendo al funcionario abusador. Fue precisamente esta última conducta la que provocó tanta molestia de la ciudadanía en los gobiernos anteriores, ojalá que no se repita el mismo mal.