La irrupción de la “era Bukele”, sin dudas ha dejado desconcertados y casi sin aliento a los políticos tradicionales de este país. Los ha dejado tan, pero tan desconcertados, que hasta este día que escribo, aún no encuentran la forma de abordar, de relacionarse, de administrar, en fin de vincularse con el presidente de la República. Por esa razón se ven esas cavilaciones oscilantes y hasta erráticas, totalmente reaccionarias y ridículas hasta el punto de lo caricaturesco, de esa clase política “tradicional” (léase el decadente bipartidismo arena-fmln), cuando de responder a las expresiones del presidente se trata. Para muestra un botón: La elemental y casi infantil campaña del mentado 4%. Toda una oda a la ridiculez desmedida, que lejos de reportarles réditos políticos algunos, los ha hundido más en el descrédito y repulsión que ante la población tienen. En síntesis, un centímetro más hacia abajo en la tumba propia que están cavando.

Pero uno se puede preguntar válidamente ¿Consideran estos políticos desprestigiados, que existe aún cierto caudal político-electoral suficiente como para tener alguna mínima esperanza de seguir siendo actores políticos relevantes en el país? Bueno, por lo escuchado y percibido, parece que ellos están viviendo en una especie de “burbuja particular autocreada” donde el mundo funciona al revés, las leyes de la física son inversas y adonde quizá llegan al desasosiego extremo y a la vil y ruin conclusión, que con relación al presidente Bukele, el que se equivocó fue el pueblo, y que ellos hicieron lo correcto y son la panacea del ejercicio político.

Me parece que esa mecánica de pensamiento impera en buena parte de la cúpula del casi ex-partido FMLN, particularmente en ese círculo decrépito de pseudo-dirigencia jurásica que, además de ser la principal responsable de la debacle histórica de ese casi ex-partido, aún tienen la desvergüenza y el cinismo casi infinito de ponerse al frente de una supuesta “lucha social”, al lado de organizaciones sociales, a las cuales sistemáticamente les dieron las espaldas y hasta reprimieron mientras ostentaron el poder, y de “premio”, aún controlan en buena medida, estamentos de poder interno que, en buena medida, le impiden al flamante y “renovador” (aunque sea de nombre) secretario general del Frente, Óscar Ortíz, poder impulsar cualquier cambio medianamente “trascendental”, que pudiera, al menos lejanamente, significar alguna especie de aparente “renovación” (ya no digamos reinventarse completamente) del casi ex-partido FMLN.

Si yo fuera militante de ese cadáver político, jamás habría aceptado que quienes son los principales y protagonistas responsables de la debacle de ese partido, siquiera lejanamente se encontrasen en alguna posición de poder –real o formal-, sino, más bien, total y absolutamente excluidos de toda posibilidad de poder decisorio dentro de ese instituto político, si no es que expulsados y hasta procesados por todo el daño que le han hecho a la democracia, a la institucionalidad en general de este país y al propio partido en particular, el cual están a punto casi de enterrarlo. Y nosotros atestiguaremos las exequias fúnebres de él.

En fin pues, la única consecuencia lógica posible de haber “acaparado” el poder político interno y externo, de haber actuado partidocráticamente, de haber impedido y excluido el relevo político generacional, de haber utilizado y potenciado el nefasto clientelismo político, de haber debilitado la institucionalidad democrática, de haber participado, fomentado y hasta institucionalizado la corrupción, de haberse convertido en amanuenses de los intereses de minorías económicas acaudaladas, después de haberse acostumbrado y tomarle amor a las “mieles del poder”, después de haberse acomodado y haberle tomado cariño a vivir como viven las minorías enriquecidas de este país, después de haber dejado al pueblo en el desamparo y la marginación, después de haber hecho sólo aquello que les beneficiaba como partidos a costa y hasta en contra de los intereses de las grandes mayorías de este país, después de haber desoído los clamores del pueblo sobre las necesidades ingentes y urgentes del mismo, después de todo eso y un largo etcétera más, la única conclusión posible y lógica era “La era Bukele”.

¿Y saben qué es lo peor para ustedes? Que no saben ni cómo lidiar con ella, ni cómo reaccionar a las actuaciones de una nueva forma de hacer política que no es ni lejanamente la que ustedes, generación corrupta de políticos viejos y corrompidos, aprendieron. Tiemblen vejestorios y mortajas de la vieja política, ante la perspectiva de la “Rebelión de los Desgraciados” (parafrasiando al gran Roque), ante la perspectiva de la irrupción de nuestra generación milenaria de la nueva política ética de este país. Es que ese era el único resultado lógico…