Ser médico no es nada fácil. Nunca lo ha sido. Lo sé por experiencia con mis amigos y familiares que han abrazado esa noble y sacrificada profesión. Hoy es el Día del Médico en El Salvador y no quería dejar de agradecer a estos profesionales por afrontar la dura tarea que les toca vivir en estos tiempos de covid-19.

Desde febrero o marzo pasado, la inmensa mayoría de médicos tenía conciencia de lo que se nos venía encima. Exigían equipos de protección y hacían recomendaciones a la población acerca de la posibilidad de contagios por coronavirus. El histórico estado de nuestros hospitales públicos era una gran preocupación. Aún con todas esas limitaciones, los médicos -y las enfermeras- se han batido valientemente contra el virus y han salvado miles de vidas.

Conocí a algunos de los médicos fallecidos y cómo amaban su vocación y atendían a sus pacientes con sumo cuidado. Conozco tambiéna las familias de esos médicos fallecidos y sé lo que están sufriendo por su pérdida.

Es admirable la voluntad y esa vocación de servicio de los médicos. Los doctores tienen que utilizar el traje protector por más de ocho horas para atender a los pacientes de covid-19 y muchas veces sin tiempo ni para comer ni para ir al baño. Con el temor permanente de contagiarse o de contagiar a sus seres queridos al volver a sus casas. La labor de los médicos es loable y hay testimonios abundantes.

Lo injusto es que aún sabiendo todo eso, los médicos aún no tienen todo el reconocimiento ni reciben la compensación económica que deberían tener. Los médicos -como los maestros- deberían ser de las profesiones mejor pagadas en el país, pero lamentablemente no es así. Ojalá esta situación que vivimos ayude a que se les reconozca cada vez más su valioso papel en la sociedad.