La AmCham desarrolló ayer el conversatorio sobre RSE y la prevención de la corrupción. / Jorge López


A nivel global, las empresas y sus empleados enfrentan cada vez mayores consecuencias por no prevenir la corrupción, por lo que deben incluir en su agenda de operación mecanismos para combatir este delito, aseguró ayer Mónica Mendoza, jefa país de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

La Cámara de Comercio Americana en El Salvador (AmCham) desarrolló ayer el conversatorio “Responsabilidad Social Empresarial y Prevención de la Corrupción”, en donde empresas compartieron sus políticas anticorrupción y las lecciones aprendidas para el tratamiento de este ilícito.

Para Mendoza, los riesgos legales, comerciales y operativos de las compañías son cada vez más evidentes y más difíciles de combatir. “Dentro de las empresas, la sociedad civil, el Gobierno, hay un reconocimiento tardío al crimen de corrupción, a pesar del impacto mediático, e incluso una normalización y folclorización de este problema”, aseguró.

Para combatirla, las empresas deben “prevenir y controlar el nacimiento de este fenómeno”, a través de altos estándares de responsabilidad tanto al interior como al exterior, con sus proveedores.

Claudia de Ibáñez, presidenta de AmCham, aseguró por su parte que “si todas las empresas nos comportáramos correctamente, los funcionarios no esperarían nada a cambio”.

Asimismo, la directora ejecutiva de Amcham, Carmen Aída Muñoz, instó a funcionarios “actuales o futuros” a tener “un auténtico compromiso contra la corrupción y actúen de manera transparente”.

“Cuando hay una institucionalidad débil, esto se presta a la trata de personas, prostitución de menores, tráfico de drogas, todo lo que hemos venido viendo a la fecha es síntoma de una economía enferma, cuya enfermedad se llama corrupción”, agregó.