La semana pasada mi buen amigo el doctor Oscar Molina, gentilmente me invito a participar en su conversatorio, que cada jueves sostiene. En esta ocasión para platicar sobre la presente pandemia del COVID-19. En su preparación, dedique un tiempo para reflexionar y estudiar no solo el impacto de la crisis sanitaria sino también el impacto en otros sectores de nuestra existencia. Me impresiona comprender al final de mi reflexión, que el progreso de nuestro mundo, que con tanto esfuerzo se había logrado en los últimos 25 años, se ha detenido. Y no solo se ha detenido, sino que como en una máquina del tiempo, nuestro mundo ha viajado 25 años al pasado. Los 17 indicadores de los objetivos de desarrollo sostenible, y que miden como nuestra civilización avanza, todos y cada uno de ellos han retrocedido. Las coberturas de vacunación a niveles que observamos hace 25 años. El acceso a los servicios de salud de las poblaciones mas necesitadas, inexistentes. Y no digamos el acceso al manejo del parto, de antirretrovirales, a la planificación familiar, todos ellos a niveles de cobertura que no veíamos desde hace mucho tiempo.

Como en un sueño, que más bien suena a pesadilla, de repente al despertar, nos encontramos que además de estar viviendo la peor crisis sanitaria mundial de los últimos 100 años, esta se ha convertido en una de las mayores crisis económicas, solo equivalente a la gran depresión de hace 90 años. Una verdadera pandemia económica, quizás con mayores repercusiones que la misma crisis sanitaria. La ultima ves que tantos países entraron en una recesión económica simultáneamente fue en 1870. Hace 150 años. En un abrir y cerrar de ojos, nuestro mundo ha entrado en una crisis social, educativa, alimentaria, de vivienda, y más aun, política. Y uno se pregunta, ¿que nos pasó? ¿Porque tantas catástrofes alimentándose unas con otras simultáneamente, como en una verdadera tormenta apocalíptica?

Todo lo que sube baja, dicen los sabios antiguos. Sera que la humanidad alcanzo su plenitud en el siglo 21, y hemos comenzado nuestro viaje de retorno? Tantas preguntas sin respuesta. Que abren el camino para mentes oscuras, que, con sus agendas esquizoides y paranoicas, nos bombardean con ideas delirantes y alucinatorias del porque estamos aquí. Mentes similares a las que trajeron guerras genocidas y racistas, muchas veces escondidas detrás de cruces milenarias. Con nuestra América como el epicentro actual de la pandemia, tenemos la oportunidad de desatender esas voces oscuras y confusas, y concentrarnos en buscar soluciones a esta crisis. Soluciones que se concentren en corregir los problemas fundamentales que nos han traído a este momento. En mi charla, le comentaba al Dr. Molina, que la solución a la crisis sanitaria tendría que incluir una perspectiva global y multisectorial.

El desencadenante de esta crisis no era un virus per se, sino el contexto global que había permitido que el salto de un virus en una localidad geográfica de un rincón de nuestro planeta encontrara el caldo de cultivo para extenderse por todos los confines de nuestro mundo.

Un problema global, requiere soluciones globales y no de país. Y esta solución global, requiere una estrategia que incluya soluciones a corto, mediano, y largo plazo. Como epidemiólogo, salubrista y ciudadano del mundo, pienso que el objetivo que deberíamos tener a corto plazo es el diseñar e implementar una estrategia ´´inteligente´´ de testeo y utilizando test rápidos, complementado por tratamientos antivirales ambulatorios para evitar la progresión de la enfermedad a estadios severos. A mediano plazo, deberíamos concentrarnos en la vacuna, pero no solo en biológico sino encontrar también plataformas de distribución equitativa que aseguren la cobertura de los habitantes del mundo y no solo de los países ricos y poderosos. Pero lo mas importante serian nuestras intervenciones a largo plazo.

Una mayor inversión en salud pública, a nivel mundial y mas importante a nivel nacional. Y no hablamos de hospitales, sino de la atención primaria, sistemas de vigilancia y prevención. Esto complementado por un mayor fortalecimiento e inversión en los sistemas multilaterales como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y finalmente, el mundo necesita urgentemente, políticas mundiales de protección del medio ambiente, regulación demográfica, y distribución equitative de la riqueza. En 25 semanas hemos retrocedido 25 años. No permitamos que la avaricia por el poder y el dinero nos lleve a tiempos primitivos ancestrales. Nuestro planeta está enfermo, ayudémosle a sanar.