Iris Alberto, productora de Morazán, asegura que las mujeres han logrado un rol más protagónico dentro de las cooperativas./ Ó.M.


El tomate o pepino que se habría utilizado para los platillos en las festividades de fin de año viajó más de cuatro horas desde las montañas de Morazán para llegar a la mesa de cada salvadoreño, frutos que pasaron por las manos de mujeres morazanenses que aseguraban haber encontrado el equilibrio entre la producción sostenible y liderazgo femenino.

Es posible que el tomate que compren en las dos principales cadenas de supermercados sea “producido por nosotros”, afirma Iris Alberto de apenas 27 años y quien toda su vida se ha dedicado a la producción agrícola en Delicias de Concepción, Morazán.

Es parte de un grupo de productores que se dedica al cultivo de tomate, chile dulce y jalapeño, pepino, ejote, además de limón y maracuyá. Sin embargo, reconoce que el camino no fue fácil desde que se organizaron como la cooperativa Acpacuv de R.L., en 2014, pues se enfrentaron con aspectos como que “nadie quería quedarse a cargo” y poco a poco descubrieron “cómo las mujeres pueden trabajar igual” que los hombres.

“Siempre nos hemos involucrado en el trabajo de producción de hortalizas, pero ahora nos involucramos en otros procesos como cargos directivos. Incluso hemos tenido capacitaciones de semanas, que antes a una mujer se le hacía muy difícil. Tenían miedo y ahora hemos logrado involucrarlas”, afirma.
Es muy importante el involucramiento de la mujer porque garantizamos un ingreso para nuestras familias. Empoderar las organizaciones”.
Iris Alberto
Productora de Morazán

Producción sostenible.


Los productores de la cooperativa, conformada por 12 mujeres y 13 hombres, comenzaron su proceso de formación al formar parte del programa Amanecer Rural que ejecutó el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).

Hace dos, también fueron seleccionados para ser parte del proyecto de Desarrollo de Capacidades para los Sistemas de Innovación Agrícola en El Salvador (CDAIS, por sus siglas en inglés), que financió la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo en coordinación con la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En la cooperativa Acpacuv de R.L. son 25 asociados, 12 mujeres y 13 hombres. /Ó.M.


Alberto recuerda que iniciaron hace seis años con dos invernaderos, pero con la cooperación internacional se agenciaron de dos más y con Rural Adelante, un nuevo proyecto del portafolio de FIDA, se está en proceso de construcción de un reservorio de agua lluvia y una fosa para el agua residual de los invernaderos.

Para los agricultores de Acpacuv uno de los principales logros es que consolidaron una producción escalonada que les permite tener productos todo el año. De esa manera, ni durante el gran confinamiento por el covid-19 se detuvo la producción y, asegura Alberto, lograron mantener el suministro a los mercados municipales y como proveedores de Walmart y Super Selectos.

Con el proyecto de CDAIS también se creó y legalizó una cooperativa de mujeres productoras en San Simón, Morazán con “varios retos que los vamos a alcanzar y sueños que los vamos a realizar”.
Todos estos avances han sido producto del esfuerzo de los agricultores a quienes llamamos héroes de la alimentación por su labor".
Diego Recalde
Representante de la FAO El Salvador

Semillas de calidad.


La agencia italiana invirtió más de $750,000 para apoyar a 800 productores a nivel nacional, con un impacto en 4,000 salvadoreños que dependen de los cultivos de café, plátano, frijol y tomate. Solo en Morazán se beneficiaron a 350 agricultores.

Parte de ese apoyo se destinó a la empresa Productores y Comercializadores Agrícolas de Oriente (Procomao) que aglutina a seis asociaciones en los municipios de Yamabal, Guatajiagua y Sensembra de Morazán, y San Miguel.

Al aumentar la producción y requerir más mano de obra, se redujo la violencia y migración. /Ó.M.


Miguel Ventura, productor de Procomao, se identifica “humildemente como campesino” pero ha logrado apalancar su producción a procesos de innovación como pocos en El Salvador. Asegura que la producción de la semilla de frijol tiene alta calidad que incluso el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal Enrique Álvarez Córdova (CENTA) la presta para replicarla.

Con el proceso de formación del programa CDAIS encontraron nuevos nichos de mercado y mejoraron la producción de 250 quintales a 2,500 unidades, al igual que colocan a un mejor precio en hasta $120 cuando antes vendías en $40.