Luego de los traslados realizados en la Villa Olímpica entre el 14 y 16 de marzo, algunos salvadoreños que cumplen su tiempo de vigilancia en ese centro de contención no quieren ser movilizados hacia otro albergue, porque aseguran que se sienten cómodos y se han adaptado a sus jornadas.

Los traslados en la Villa Olímpica empezaron el pasado sábado por la noche, cuando las autoridades comenzaron a llevar a mujeres embarazadas y niños con sus padres al polideportivo de Merliot, un día después se movilizó a otro grupo hacia Sonsonate y el pasado lunes se trasladó a un contingente más hacia Apaneca.

Cuando Efraín Barraza salió de su casa, en el departamento de La Libertad, el pasado 11 de marzo no sabía que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declararía el coronavirus como una pandemia, y menos se imaginó que, a raíz de la declaratoria, el Gobierno decretararía cuarentena para los viajeros.

Barraza salió hacia Guatemala para cumplir compromisos académicos, al terminar su diligencia el presidente de la República, Nayib Bukele, ya había informado la restricción que debía ser cumplida en las fronteras.

A su llegada al punto fronterizo Las Chinamas, en Ahuachapán, se encontró con la sorpresa: debía ir a cuarentena, una medida que comenzó a cumplir el pasado 13 de marzo cuando fue trasladado al Centro de Alto Rendimiento del Indes (Cari), conocido como Villa Olímpica o Centroamericana.

Los problemas fueron evidentes desde su llegada, pero las condiciones comenzaron a mejorar pronto. Luego del traspié que implicó la escasez de productos e implementos, Barraza dice hoy que no se quiere movilizar de dicho centro de contención.

“Las condiciones en las que estamos ahorita son más que excelentes, ya están empezando a funcionar los televisores que nos han venido a poner con cable, tenemos conexión wifi y a estas alturas ya conocemos nuestras rutinas”, dijo.

Sus palabras fueron secundadas por otros compañeros de módulo, pese a la comodidad en la que ahora se encuentra señaló que solo le preocupan sus pagos, dado que debe cancelar el colegio de su hija y los servicios básico, pero no cuenta con banca en línea.

La situación es igual para otros en su condición. Explicó que ayer llamó a cinco bancos y ninguno le dio una respuesta. Barraza lamentó que no se haya aprobado una ley moratoria, que solucione su preocupación y la de muchos compañeros en la Villa Olímpica, en Mejicanos.