Pasada la resaca de la fiesta electoral y proclamados oficialmente los ganadores de las tres elecciones del 28 de febrero, el país tiene ahora que enfrentar una inédita realidad política para las últimas décadas: el control político total de la Asamblea Legislativa.

Nuevas Ideas tiene ahora una enorme responsabilidad con los votantes salvadoreños. Cumplir con las enormes expectativas de la ciudadanía que les ha dado una confianza sin precedentes, pero lejos de llenarse de soberbia, el partido oficial debe llenarse de humildad, no repetir los errores que tanto se han repudiado de los partidos derrotados y acompañar las iniciativas de Gobierno que se han ofrecido. De ahí que el compromiso manifestado por el presidente Bukele sobre sus diputados debe cumplirse.

Aunque parezca fácil, no lo es. Hay que hacer una reingeniería en la propia Asamblea Legislativa, convertida históricamente en un botín partidario clientelista. Hay que enfrentar con mucha sensatez y creatividad la difícil situación fiscal y económica de El Salvador. Sin oposición a quién culpar, todo acierto o desacierto será todo de Nuevas Ideas.

Además, deberán enfrentar temas impostergables en la agenda: una reforma de pensiones que no afecte las cuentas individuales de los cotizantes, garantizar los fondos para el Plan de Control Territorial, conseguir financiamiento para los proyectos estratégicos que ha propuesto el Ejecutivo. Hay muchas deudas históricas que enfrentar.

También Nuevas Ideas deberá enfrentar la misma carga en los concejos municipales, donde tienen mayoría y tienen la obligación de responderle a los votantes sobre sus problemas más inmediatos, desde la recolección de basura, el bacheo de calles y otros servicios básicos. Pasada la fiesta, entonces hay mucho trabajo por hacer.