Las nuevas fechas de las próximas fases de la reapertura económica constituye enormes desafíos para gran parte de las empresas que incluso llegarán a estar cerradas hasta más de medio año, con las consecuentes pérdidas de ingresos y pérdidas de empleos. Para algunas de esas empresas ni siquiera habrá reapertura, las circunstancias derivadas de la pandemia han obligado al cierre definitivo de muchas de ellas.

El país entero está en una crisis sin precedentes debido a la pandemia y sus consecuencias. Desde el Gobierno que tiene una situación fiscal bastante compleja, hasta el último de los ciudadanos que pierden empleos e ingresos.

Fuimos uno de los primeros países en cerrar su economía y seremos de los últimos en reabrirla. Eso trae consecuencias al sector público y al privado. Los privados no pueden mover sus empresas, no pueden vender ni comprar, tampoco pagar impuestos de consumo o renta porque sus ingresos bajan, eso evidentemente afecta al sector público en momentos que más necesita esos ingresos, precisamente para atacar la pandemia.

Los empresarios de todos los tamaños necesitan certidumbre ante esta situación, esto es difícil bajo la coyuntura actual pero el Gobierno debería hacer todo para alentar predictibilidad y un mejor clima de negocios.

El resto de la región ya está reactivándose de una manera más acelerada que la nuestra, a pesar de tener mayor número de contagios. Hay que considerar seriamente ese panorama para no quedarnos rezagados.