De acuerdo con el Centro Europeo de prevención y Control de Enfermedades (ECDC), la estrategia de vacunación contra el COVID-19 debería de incluir los siguientes objetivos prioritarios:

- Reducción de la presión sobre el sistema sanitario;

- Reducción de la gravedad y la mortalidad general por COVID-19;

- Reapertura de la sociedad;

- Eliminación de la enfermedad.

El primer objetivo prioritario de una estrategia de país contra COVID-19 ciertamente debe ser proteger el sistema de salud. Un sistema de salud colapsado profundiza exponencialmente una crisis sanitaria como la de la actual pandemia. Al quedar incapacitado para ofrecer respuesta a un aumento agudo de casos, el número de muertes se dispara conllevando efectos sociales y económicos que hunden un país por décadas venideras. En El Salvador, 1.6 de cada 100 casos de COVID ocurre en niños menores de 9 años y 6 de cada 100 casos en personas menores de 19 años. En otras palabras, mas de 95 por ciento de los casos que ocurren en nuestro país se dan en adultos de 20 años o más. Ahora bien, la presión al sistema de salud no es en realidad ejercida por el número de casos de la población general, pero por aquella proporción de la población que necesita hospitalizarse para una adecuada resolución de su problema de salud. Según estudios científicos realizados en torno a este tema, únicamente 0.007 % de niños afectados por COVID-19 necesitan hospitalización, por el contrario, 30 % de adultos mayores de 65 años necesitan de un hospital cuando se contagian con el coronavirus. Es decir, más de 4 mil veces un adulto mayor de 65 necesita hospital en comparación con un niño cuando es contagiado con COVID.

Este último punto está correlacionado directamente con la segunda prioridad de la estrategia: reducción de la gravedad y mortalidad. Si sabemos por numerosos estudios epidemiológicos que el riesgo de hospitalización y muerte es substancialmente mayor en adultos que en niños, indudablemente, para poder disminuir gravedad y muerte por coronavirus, nuestros esfuerzos en hacer llegar intervenciones pertinentes tendrían que estar enfocados en adultos.

Con respecto a la tercera y cuarta prioridad de la estrategia de vacunación, para lograr una verdadera reapertura de la sociedad y economía, y tomando en cuenta que la variable delta, de acuerdo con el señor ministro, ya está circulando en nuestro país, la cobertura de adultos tendría que llegar alrededor del 85-90 %, o sea que más de 8 personas adultas de cada 10 tendrían que estar cubiertas con dos dosis de las vacunas actualmente utilizadas en el país. De acuerdo con los reportes del gobierno, hasta el día 14 de septiembre, únicamente 5 de cada 10 personas adultas en El Salvador están cubiertas con dos dosis. O sea que, para poder lograr una reapertura segura y confiable del país, la cobertura de vacunación tendría que cubrir 3-4 de cada 10 adultos adicionales a la cobertura actual.

Sin embargo, un punto aún más preocupante de esta estrategia es el riesgo a la integridad de la salud de los niños que esta impone. Hasta el día de hoy, la única vacuna autorizada tanto por la Administración Federal de Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) como por la Organización Mundial de la Salud para ser administrada en niños de 12 o más años, es la vacuna Pfizer. Esta misma vacuna está siendo estudiada, con dosis diferentes a las del adulto, en niños de 5 a 11 años, pero hasta este día no existe evidencia que esta vacuna sea segura para ser administrada a la población infantil. Con respecto a la vacuna Coronavac (China), un estudio publicado en junio de este año por la revista Lancet evaluó efectos adversos en fase 1 y 2 en población infantil y concluyó que se necesitaban estudios de fase 3 para establecer seguridad y ausencia de efectos adversos en niños.

En síntesis, la nueva política de vacunación en niños de El Salvador no es la mejor opción actualmente para salvaguardar la salud de la ciudadanía en contra del COVID-19 y, al no incluir evidencia científica en la seguridad de su aplicación, es ante todo irresponsable.